Hasta hace escasos 50 años, las alas de pollo eran poco menos que un despojo, un corte gastronómicamente desdeñable y que tan solo servía para saciar el hambre de los campesinos.
Muchos pensarán que fueron las grandes cadenas de comida rápida las encargadas de dignificar este bocado, sin embargo, el mérito hay que concedérselo a un matrimonio de inmigrantes italoamericanos. Teressa Bellissimo y su esposo fueron los artífices del milagro en su Anchor Bar.
El primer establecimiento se levantó en 1935, a las orillas del lago Erie, en el Main Street, Búfalo, sin demasiadas pretensiones, expandiéndose como franquicia que cuenta en la actualidad con 16 sucursales.
La idea revolucionaria llegaría más tarde, concretamente un 4 de marzo de 1964, cuando Teressa recibió la visita inesperada de unos amigos de su hijo. Dado que faltaban apenas unos minutos para el cierre, tuvo que improvisar un platillo con las menudencias del pollo.
Se decantó por freír unas alitas, por aquel entonces consideradas un descarte.
A continuación, realizó una salsa picante muy bien condimentada que entusiasmó a los presentes. Habían nacido las famosísimas Buffalo Wings.
Como tantas otras veces hemos visto a lo largo de la historia, fruto de la casualidad, nació un plato que alcanzaría fama internacional, integrándose para los restos en la cultura estadounidense.
En lo que concierne a España, la popularización de las alitas crecería de la mano de las cadenas fast food.
Cómo hacer unas tradicionales alitas de pollo al horno de la abuela
Las alitas de pollo al horno constituyen una manesa sabrosa, económica y saludable de consumir esta carne blanca, rica en proteínas y muy baja en grasas, con una densidad nutricional destacable.
A menudo el pollo resulta algo insípido, por lo que la sazón cobra especial protagonismo, revelándose como el elemento diferenciador que transforma un bocado humilde en algo delicioso.
Prepárate para disfrutar de unas alitas de pollo tradicionales al horno de otra galaxia.
Ingredientes:
Alitas de pollo 1,5 kg.
Levadura Royal 16 g.
Almidón de maíz 3 cucharadas
Agua mineral (salmuera) 1,5 l,
Sal (salmuera) 75 g,
Azúcar (salmuera) 25 g,
Pimienta negra en grano (salmuera)
Laurel (salmuera) 1 unidad
Clavo de olor (salmuera) 3 unidades
Rama de romero (salmuera) 1 unidad
Rama de tomillo (salmuera) 1 unidad
Pimienta de Jamaica (salmuera)
Limón (salmuera) 1/2 unidad
Elaboración:
Lo primero de todo es proveernos de unas alitas de pollo, las cuales podemos encontrar en cualquier supermercado o carnicería de confianza. Este
corte del pollo, pegado a la pechuga, consta de 3 partes bien diferenciadas: la blanqueta, el alón y la punta. Algunos optan por desechar la punta, aunque personalmente, y pese a que no está provista de mucha carne, me gusta conservarla.
Inspeccionaremos bien el género, eliminando las pocas plumas que le pueden quedar, pues es una de las partes que más suele descuidarse en el desplume, especialmente la punta. Opcionalmente, y si nos parece muy tediosa la tarea de arrancarlas a mano, podemos eliminarlas poniéndolas al contacto directo con la llama si todavía tenemos una cocina de gas o, en su defecto, con soplete.
Tras esto, las sumergiremos en la salmuera, un entorno líquido salado adecuadamente aromatizado. Primeramente, colocaremos todos los ingredientes de la salmuera en un cazo, llevándolos a ebullición unos segundos y apagando el fuego, dejando que se enfríe por completo. A continuación, verteremos la salmuera en un bol amplio e introduciremos las alitas.
Procuraremos que estén completamente cubiertas por la salmuera, sin que asomen ni un poquito. Cubriremos el bol o táper con papel film, guardándolo en la nevera por 24 horas. Al día siguiente pondremos a escurrir las alitas en un escurridor de pasta o similar, al mismo tiempo que vamos precalentando el horno a 150ºC, con calor arriba y abajo, sin función ventilador.
Secaremos perfectamente las alitas, valiéndonos de papel de cocina o un trapo de algodón limpio. Después de secarlas, las enharinaremos ligeramente con la mezcla de maicena y levadura Royal, recuerda, los polvos para hornear, no las que se usan como agente leudante. Eliminaremos el exceso de harina dándoles agitándolas en un escurridor, evitando que se forme una pasta.
Dispondremos un papel de hornear sobre una bandeja universal de horno, lo que facilitará que se asen uniformemente, con la piel mirando hacia arriba. Meteremos la bandeja a media altura, y transcurridos 30 minutos, posicionaremos el termostato a 250ºC, manteniéndolas otros 20 minutos. Presentarán un aspecto dorado, muy crujiente, y sin apenas grasa. ¡Saludables y riquísimas!
Como sugerencia de presentación, te propongo acompañarlas con una salsa que sea del agrado de los comensales, procurando que esta no arruine el sabor de la salmuera. Personalmente, me inclino por alguna mayonesa ligera, a la cual podemos añadir un poco de salsa de soja, aguacate o, si somos de los que disfrutan con el picante, un poco de salsa sriracha o chipotle.
¡Qué aproveche!
Puedes ver la receta así como otras muchas recetas tradicionales caseras en la web de La Receta de la Abuela.