En el año 1980 se editó la primera novela, El clan del oso cavernario, de la saga “Los Hijos de la Tra” de la escritora norteamericana Jean M.Auel, ambientada en la época paleolítica.
Ese primer ejemplar estaba en mi biblioteca y lo recordaba vagamente cuando hace unos meses visitamos mi marido y yo la cueva de Ardales, un apasionante viaje al pasado más lejano de nuestros ancestros invitados por los arqueólogos e investigadores de la prehistoria malagueña: Pedro Cantalejo Duarte y Mª del Mar Espejo, a los que admiramos y les profesamos un especial cariño (nos unen lazos familiares con ellos).
Me comentaron la visita de la insigne escritora a nuestra tierra, con objeto de visitar nuestras cuevas , tomar notas, datos, siendo Pedro y Mª del Mar sus anfitriones; fue en ése momento cuando me animé a volver a leer ése primer libro después de treinta años y entrar con la lectura nuevamente en la prehistoria; no tardaron en llegar a mi biblioteca los cinco libros restantes, que por cierto acabo de terminar.
Una de las muchas e interesantísimas cuevas con pinturas rupestres es la Cueva del Tesoro, conocida tambien como Cueva del Higuerón o Cueva del Suizo, a escasos 10 Kmts. De Málaga, en La Cala del Moral, pueblo marinero de la Axarquia que comenzó siendo una pequeña aldea de pescadores, donde se trabajaba en el salazón de pescados y cultivos de uvas moscatel, allá por 1840.
La Cueva del Tesoro tiene escasamente 500 mts de galerías esculpidas por la acción del oleaje y las corrientes marinas, situada en un promontorio de rocas calizas de la edad jurásica, sobre un precioso acantilado que mira al mar.
Estrechos pasadizos, pulidas oquedades, caprichosas esculturas, hermosa y bonita cueva con mucha historia.
Las cavernas en el paleolitico eran un lugar mágico y sagrado, relacionadas con los misterios de la muerte y del nacimiento, puerta al mundo de los muertos, vientre materno de la Madre Tierra, de hecho la leyenda indica que la Cueva del Tesoro era el prehistórico santuario a la diosa Noctiluca del imperio de los Tartesos.
Pero la leyenda que le da su nombre más conocido, es la del Tesoro de los Cinco Reyes, de la dinastía almorávide, cuyo último rey, Tesufín ibn Ali, habría muerto en la plaza de Orán en el año 1145, a manos de los almohades, tras embarcar el tesoro real rumbo a Al Andalus.
Los rastros de este tesoro se perdieron, y fue Fray Agustín de Milla y Suazo , natural de Orán, quien en el siglo XVII recogió la leyenda en su manuscrito, aún inédito, titulado “Historia Eclesiástica y Secular de Málaga y su Obispado”, en el que señala como lugar de enterramiento del tesoro a la cueva del Higuerón de origen medieval y difundida sobre todo a partir del siglo XVII; el nombre del Suizo, se debe a que un Sr. de dicha nacionalidad se pasó media vida buscando el tesoro y murió en el intento dentro de la cueva.
Historias, leyendas, misterios, cuentos....pero una realidad: Málaga tiene un alma mágica, su cultura, su gente, sus paisajes, sus cuevas, con sus tesoros que se pueden disfrutar: las pinturas rupestres y por supuesto no voy a olvidar a lo que voy, nuestra gastronomía, en ésta ocasión con un plato tipico de La Cala, el potaje de habichuelas blancas con arroz o potaje caleño, que mi madre lo preparaba, como todos sus platos, con mucho arte y esa “magia” especial malagueña.
¿Como lo hago? Por supuesto, siguiendo sus pasos.
Poner en remojo las habichuelas la noche anterior (en agua con un puñado de sal).
Asar al fuego una cabeza de ajo entera, sin romper.
En una olla con agua echar un cucharón de aceite de oliva virgen extra (De Periana, malagueño a ser posible claro está).
Echar un tomate abierto por la mitad, media cebolla, un pimiento verde cortado por el centro, la cabeza de ajos, azafrán (o en su defecto colorante alimentario) y las habichuelas, dejando cocer a fuego lento, aproximadamente una hora (depende de las habichuelas)
Una vez tiernas, agregar un chorizo cortado en trocitos, una y dos hojas de laurel y dos o tres puñaditos de arroz, dejándolo cocer unos quince minutos.
Salar al gusto.
Añadir un trozo de morcilla ( de Alhaurin el Grande, malagueña, con su manteca “colorá”) cortada en redajas, dejar unos minutos y apartar.
Preferible que repose el potaje unos minutos.
Las habichuelas tienen que estar siempre cubiertas de agua para que no se les caiga la piel; si hace falta añadir agua, tiene que ser agua fria.
Se puede añadir al mismo tiempo que el arroz, patatas cortadas en gajos.
Igualmente se puede prescindir del chorizo y de la morcilla.
¡¡ Buen provecho y disfruten de un magnifico fin de semana. !!