¡Y bienvenidos a los felices nuevos 20!
¿Cómo habéis empezado el 2020? Es una cifra bonita, no me lo negaréis (y eso que yo he sido siempre de números impares, pero me ha encantado la sensación al teclearla)
Mucho me temo que algún afortunado aún esté de vacaciones y no haya salido siquiera de debajo de las mantas. Probablemente aún quede algún resacoso. Igual no de alcohol, pero sí de las comidas copiosas o incluso de las reuniones familiares y con amigos o compañeros de trabajo. Que gusta reunirse, pero también cansa (aunque no quede bonito decirlo en voz alta)
Estéis como estéis toca afrontar la jornada. En las noticias en breve empezarán a bombardearnos con miles de consejos para expiar los excesos del mes de diciembre y nos saturarán con imágenes de calles y comercios abarrotados por los kamikazes que gustan de las compras de última hora o los que ya andan aprovechando los primeros descuentos de la temporada de Rebajas.
Hacedme un favor y no os subáis aún a la báscula. Alguien tendrá que acabar con los restos de los dulces y las comidas navideñas que se han atrincherado en nuestras cocinas. Y además hay que hacerle un hueco al Roscón.
Que la Navidad no se termina de la misma manera si no plantamos un señor Roscón en nuestra mesa el día 5 de enero (o el 6, según la costumbre de vuestro hogar) aunque en casa no quedéis a estas alturas más que dos pelagatos y el día siete no sepáis muy bien dónde meter el roscón que queda y que os va a salir por las orejas.
La tradición es la tradición y no hay que perderla ¿no es cierto?
Estaría bonito hablar de tradiciones en nuestros blogs y no seguirlas en casa. Yo es que soy muy fan del Roscón. Es un gusto que se ha ido perfilando con el paso del tiempo. Antes no me gustaban mucho (igual es porque eran de los comerciales) pero desde que los hago en casa ¡es que no los perdono!
Es por eso que hoy ya vengo con el mío calentito para que os dé tiempo a prepararlo en casa y recibir a sus reales majestades. Os aseguro que si les dejáis un trozo de este roscón paran de repartir regalos en vuestra casa y los dejan todos allí.
Ya sabéis de mi gusto por la repostería con calabaza. Este roscón llevaba en mis pendientes un montón de años y ya era hora de servirlo en mi mesa y traerlo al blog. ¡Es espectacular!
La calabaza no se le nota en el sabor y en mi caso tampoco en el color, pero aporta una jugosidad y una esponjosidad espectaculares a la masa. El roscón se mantiene, envuelto en film transparente, tierno durante varios días (en mi casa duró casi una semana). No como recién hecho, pero sí bastante bien.
Tened en cuenta además que nosotros no lo rellenamos. Si lo rellenáis estará bastante más jugoso. Lo sé porque mi señor esposo le ponía crema de cacao a sus trozos y estaba tierno, tierno, como los industriales cuando los compras.
Lo más espectacular de esta masa es lo bien que leva. Y ya no hablemos de cómo crece en el horno ¡se hizo enorme! Así que si no sois muchos en casa mejor la mitad de las cantidades o incluso dividir la masa para hacer dos roscones. O mucho mejor aún: podéis congelarlo hecho porciones e irlas sacando cada día para desayunar o disfrutar ¡no os va a sobrar ni una miga!
Y que nadie diga que no tiene tiempo. Si yo con dos peques en casa he podido preparar el roscón ¡cualquiera puede! Basta con un poco de organización y un poquito de calor en casa para que la masa suba como es debido y por la tarde tenéis un roscón calentito que invita a sentarse en la mesa y no levantarse hasta que no quede ni el recuerdo.
Cuando lo comprábamos me encantaba relleno de crema pastelera o de trufa (más la primera que la segunda porque lo hacía más jugoso) La nata montada (crema de leche) y yo nunca hemos sido muy amigas y creo que se nota bastante porque en mi blog en pocas recetas (quizá en ninguna) la he usado.
Pero ya os digo yo que este roscón admite el relleno que queráis darle. Desde que los hago en casa me gusta disfrutar de ellos tal cual. A veces cuando se ponen un poco secos les pongo mermelada o crema de cacao y ¡tan buenos que quedan! pero me he acostumbrado a tomarlo sin nada y me gusta mucho más (amén de ser más práctico para mojarlo en la leche o el chocolate)
La decoración ha sido bien sencilla y aprovechando unas almendras fileteadas que tenía en casa de otra receta y azúcar granulada (que lleva abierta no recuerdo cuántos roscones, la verdad) no me he calentado mucho la cabeza, pero como siempre os digo esto va a gusto del que lo hace y según lo que haya en casa.
Hay que comenzar el año dando salida a lo que tenemos por los armarios de la cocina, es uno de los mejores propósitos que podemos hacernos. Nuestro bolsillo y nuestra conciencia nos lo agradecerán.
No me enrollo más. Seguramente no estáis aún para largas peroratas y creo que este roscón se vende solo. Voy cortando trozos ¿Alguien más se apunta a inaugurar el año desayunando (o merendando) conmigo?
Ingredientes:
* 60 gramos de leche
* 20 gramos de zumo de naranja (aproximadamente el zumo de media naranja pequeña)
* 50 gramos de mantequilla
* 3 huevos
* 200 gramos de calabaza asada
* 8 gramos de agua de azahar
* 100 gramos de azúcar
* 1 sobre de levadura seca 6-7 gramos
* 650 gramos de harina de fuerza
* Un pellizco de sal
Para decorar:
* 1 huevo
* Almendra laminada
* Azúcar perlado
Elaboración:
1. Ponemos en la cubeta de la panificadora los ingredientes en el orden en el que están escritos. Añadimos la mantequilla derretida, los huevos batidos como para tortilla y la calabaza asada chafada o en puré.
2. Ponemos el programa de amasado. En la panificadora de LIDL es el 7, que dura 15 minutos y lo he programado dos veces porque cuando acabó el primero la masa era más pegajosa de lo que me gusta.
3. Cuando acabe de amasar pintamos un bol grande con aceite de oliva y con las manos impregnadas de aceite sacamos la masa de la panificadora, la hacemos una bola, la ponemos en el bol y la tapamos con film transparente tocando la masa. Cubrimos con un paño limpio y seco y dejamos reposar en un lugar cálido de la casa hasta que doble su volumen.
En casa tardó unas dos o tres horas y subió bastante.
4. Nos ponemos una gotita de aceite en las manos, cogemos la masa, amasamos un minuto, hacemos una bola y agujereamos en el centro. Vamos cogiendo el roscón por el agujero y lo vamos levantando haciéndolo girar suspendido. La masa se irá estirando poco a poco y le iremos dando forma de roscón.
5. Cuando esté lo suficientemente estirado (lo normal es que se quede como muy alargado y el agujero muy grande porque al levar el agujero se va haciendo pequeño) lo ponemos sobre un papel de hornear, o una lámina de silicona en la bandeja del horno y colocamos en el centro un aro de emplatar pintado de aceite o mantequilla. Yo uso una flanera metálica, así si crece mucho al levar o al hornear, como pasó con este roscón, no se cierra el agujero.
6. Lo tapamos con un paño limpio y dejamos levar de nuevo. Cuando veamos que ha crecido (no es necesario que doble el volumen) lo pintamos con mucho cuidado con huevo batido y ponemos en la superficie azúcar perlado y almendra laminada o decoramos como más nos guste.
7. Introducimos en el horno precalentado a 180ºC durante 25-30 minutos. Cuando la superficie esté dorada podemos tapar con papel de aluminio o de hornear para que no se queme.
8. Pasado el tiempo abrimos la puerta del horno sólo una rajita. A los cinco minutos abrimos y sacamos y dejamos enfriar sobre una rejilla con la lámina de silicona o el papel de hornear debajo. Pasados 10-15 minutos más, cuando no esté excesivamente caliente (para ni quemarnos ni que se parta) levantamos y retiramos el papel o la silicona y dejamos sobre la rejilla para que se enfríe más rápido y no se humedezca.
9. Una vez frío podemos abrir y rellenar a nuestro gusto o dejarlo tal cual y disfrutarlo solo ¡que está espectacular!
Para conservarlo yo siempre espero a que esté completamente frío y entonces lo envuelvo cuidadosamente en film transparente y lo dejo en la encimera de la cocina o dentro del horno (por eso de que haya menos cosas por medio)
Si optáis por rellenarlo hay que conservarlo en frío (al menos yo no me fío de dejar a temperatura ambiente varios días la crema pastelera que se hace con huevo ni tampoco la nata (crema de leche), pero si alguien tiene información que demuestre lo contrario soy toda oídos)
Espero que os animéis a prepararlo en casa. Si no esta receta cualquier otra que tengáis en pendientes (y puestos a vendernos, podéis echar un vistazo a mi índice de recetas que tengo versiones para todos los gustos) ¡no tiene nada que ver un roscón casero con uno industrial!
Como he usado ingredientes que tenía en casa para la decoración empiezo el año mandando mi primera receta para el reto 1+/-100, desperdicio 0 de mi amiga Marisa ¡hay que comenzar con buen pie!
Las navidades con las niñas han ido regular. Ambas se resfriaron en torno al 20-21 de diciembre y la nochebuena estuvo acompañada de una estela de mocos, toses y vómitos. Elena además sube la apuesta porque le está rompiendo un diente en la encía de arriba y está pasando unos días a base de llantos que no hay quien la aguante.
Ahora toca esperar la llegada de los Reyes Magos. De antemano os digo que nos hemos pasado un poquito con los regalos, y no pierdo de vista que los cumpleaños de las niñas están a la vuelta de la esquina.
Lara lo vive todo más intensamente, pero también está mostrando una faceta un poco egoísta y quiere sus regalos y los de la hermana. Con los de Papá Nöel ha pasado y con los de Reyes volverá a pasar. Pobre Elena, condenada al reciclaje de las cosas de su hermana y a que esta no le deje ni sus propios regalos... En fin, dentro de nada podrá defenderse ella solita (y no estaremos mejor)
Os dejo, para que podáis preparar vuestros últimos regalos y aprovechar los últimos coletazos de la navidad. Si eso, la semana próxima ya hacemos balance, contamos lo saturados que estamos, todo lo que nos ha quedado en la nevera y las cosas típicas cuando las fiestas acaban. Mientras tanto aguantamos el tirón ¿os parece?
Nos leemos la semana próxima, sed felices y ¡que los Reyes os traigan muchas cosas!
Manos a la masa y ¡bon appétit!