Ingredientes:
150 g de azúcar
8 g de levadura química
250 g de harina tamizada
80 g de yemas de huevo (4-5 yemas, depende del tamaño de los huevos)
120 g de mantequilla
80 g de mantequilla salada (o con cristales de sal)
1 sobre de azúcar vainillado o 1 vaina de vainilla natural
Ante todo os aconsejo preparar la mantequilla un día antes, es decir, pesarla y dejarla fuera de la nevera para que coja la consistencia de crema.
Batimos las yemas con el azúcar, el azúcar vainillado o la vainilla natural (para ello hemos de cortar en dos a lo largo la vaina de vainilla y limpiar las semillas que hay dentro con la punta de un cuchillo, las semillas que recogeremos se añaden a la mezcla de yemas y azúcar). Batimos hasta que la mezcla blanquee. A continuación añadimos la mantequilla ablandada (toda, la normal y la salada juntas).
Seguimos batiendo hasta que se forme una crema muy homogénea, sin trazas de mantequilla. La mantequilla debe estar completamente incorporada a la mezcla.
En cuanto lo hayamos conseguido, añadimos la harina y la levadura tamizadas y amasamos hasta conseguir una masa no muy espesa, pero manejable con las manos. No debe pegarse a las manos. Si véis que aún se pega, añadid un poco más de harina.
En cuanto esté lista, formamos una bola, la envolvemos en papel transparente y la guardamos en la nevera como mínimo 3 horas (o todo una noche).
Precalentamos el horno a 160ºC. Hay que tener en cuenta que la masa lleva mucha mantequilla y necesita trabajarse a una cierta temperatura para poder ser manejable. Si se calienta demasiado, se va a pegar a los dedos, a la superficie de trabajo y será imposible a trabajar, habrá que meterla otra vez en el frío. Así que hay que tener todos los utensilios listos y a mano para no perder el tiempo. Para que los sablés salgan perfectos y tengan esa forma redonda tan correcta, hay que usar moldes metálicos redondos especiales de cocina y repostería (se puede usar los aros de repostería o cortadores de galleta de metal). Normalmente son de forma redonda, pero podéis usar las formas que queráis.
En cuanto el horno esté caliente, sacamos la masa del frío. Estará muy dura, habrá que dejarla unos minutos para que se vaya ablandando, pero solo unos minutos. Mientras preparad dos hojas de papel vegetal y un rodillo. En cuando veáis que la masa se puede empezar a trabajar y se deja ablandar un poco, debemos ponerla entre las dos hojas de papel vegetal y empezar a estirarla con el rodillo. Al principio será un poco duro porque la masa aún estará fría, pero eso no os debe asustar. Un poco de ejercicio viene bien antes de degustar estas delicias:). El grosor de la masa puede variar de 1 cm a 2. Para mi personalmente 2 cm es mucho, porque suben mucho en el horno y salen muy altos y pierden algo de su crujiente. Así que os recomiendo que el grosor de la masa que vais a estirar no pase de 1 cm.
Una vez lo hayáis conseguido, hay que usar los moldes de aro para cortar la masa y pasarlos directamente con los moldes (con ayuda de una espátula) a la bandeja de horno con el papel vegetal ya preparado. Enseguida los metemos en el horno y los dejamos cocer unos 25 minutos más o menos. Los restos de la masa, si es que hay, los volvemos a meter en la nevera. Para estar hechos, los sablés deben estar muy bien doraditos. Cuando veáis que lo están, los podéis sacar del horno. Esperamos unos minutos antes de desmoldar y luego desmoldamos con cuidado.
Dejamos que se enfríen tranquilamente. Mientras seguimos con la misma operación para el resto de la masa. Como yo solo tenía 6 moldes, tuve que repetir la operación dos veces, y aún me sobró masa. La usé para hacer una pequeña tarta con relleno de frambuesa:).
Cuando las galletas estén totalmente frías, es cuando hay que degustarlas. Super delicadas, crujientes y blandas al mismo tiempo. Riquísimas!
Podéis hacerlas aún más finas para que sean más crujientes. También podéis aromatizarlas con ralladura de naranja o limón, café, cacao o pepitas de chocolate (unos 70 g más o menos).
La cocina de Uliana
Espero que os guste esta delicia bretona, como le gustó a mi hijo mayor que tiene dos años:) Se la comió entera y pidió más:).
La cocina de Uliana