Desde que conocí a las primeras personas orientales muy a principio de los años 70: hindúes, chinos y japoneses, me sentí fuertemente atraída y fascinada por la cultura oriental, la historia, la música, la religión, por supuesto por la gastronomía; en definitiva por todos los misterios y los valores de sus orígenes.
Realmente quedé y sigo cautivada por Oriente.
La alimentación de un pueblo forma parte de sus creencias y costumbres y nuestra cocina, la española en general, a lo largo de la historia ha tenido las influencias de los pueblos que fueron invadiendo el suelo ibérico, dejándonos sus huellas culturales y gastronómicas que han perdurado en nosotros a través del tiempo.
Quizás fue Marco Polo quien a su regreso de Oriente, con la ruta de las especies, nos proporcionó ésa infinidad de nuevos sabores y productos más éxoticos a nuestras cocinas.
La cocina oriental es sana y equilibrada, totalmente complementaria a nuestra dieta mediterránea y merece la pena probarla y estar abiertos a los sabores y estilos orientales un tanto lejanos aún hoy en dia de los paladares occidentales.
Siempre ha existido el hecho de introducir procesos culinarios, nuevos ingredientes y no iba a ser menos en “Mi cocina”, donde la palabra fusión se hace en muchas ocasiones realidad, mezclando, aderezando, cocinando productos de diferentes países asiáticos con mis platos más tradicionales.
Esta receta es buena prueba de ello, unas carrilleras en salsa al vino tinto, que se “fusionó” con unas verduras, arroz thai y el toque del sésamo, preparadas en wok.
No hace falta indicar que el wok es un utensilio, hace las veces de sartén y olla, redondo, profundo, con asas originario de China, que generalmente se emplea para saltear; por su característica el calor se distribuye de manera uniforme, los alimentos se cocinan en menos tiempo y las verduras como en ésta ocasión, conservan su color, quedan más crujientes y visualmente más apetitosas.
¿Como lo hice?
Preparar las carrilleras:
En una cacerola con un chorreón de aceite de oliva virgen pochar a fuego lento una cebolla mediana y dos o tres dientes de ajos cortados en trozos pequeños.
Pasado unos minutos incorporar las carrilleras y remover hasta que junto con las cebollas y ajos estén doraditos. Salpimentándo todo el conjunto previamente.
Agregar medio vaso de vino blanco (usé fino amontillado) y un vaso de vino tinto (usé Ribera del Duero) y un vaso de caldo de carne (usé caldo del puchero, pueden ver la receta en primeros platos o en el buscador del blog).
Llevar a ebullición y dejar cocer a fuego lento hasta que la carne esté tierna y la salsa haya reducido.Reservar.
Preparar las verduras:
Cortar las verduras en trozos pequeños, exceptuando los tirabeques (especie de guisantes inclusive con la piel, pero más planas).
Añadir aceite de oliva al wok de forma que se impregnen las paredes del mismo (si no se tiene wok se puede hacer perfectamente en una sartén honda).
Cuando esté caliente el aceite incorporar las verduras, primero las más densas ( zanahoria, pimiento rojo, tronquitos de coliflor, puerros, tirabeques, apio), salpimentar y añadir una cucharada de jengibre molido.
Ir removiendo constantemente con una espátula de madera, salteándolas.
Seguir añadiendo el resto de las verduras en orden de mayor a menor densidad: los guisantes (chicharos), los champiñones y brotes de soja.
Cortar la carne en trocitos e incorporar junto con la salsa al wok cuando las verduras estén casi hechas, removiendo unos minutos.
Por último agregar una cucharada sopera de ajonjolí (sésamo) y remover con cuidado de que no se tueste.
Acompañar con arroz cocido thai (siguiendo las instrucciones del fabricante).
¡¡ Mezclen, fusionen, disfruten.....buen provecho !!