En el año 1700, los españoles la llevaron a todos los rincones de la América y por ello también es una elaboración bastante típica en muchos países de Latinoamérica.
Esta elaboración culinaria, por motivos históricos, está más asentada en Andalucía en general y en Granada en particular, que fue un reducto árabe hasta el siglo XIV, aunque no menos frecuentes resultan en mi provincia natal, Córdoba, donde se prepara una deliciosa versión endulzada con miel, ideal para desayunos y meriendas.
La sopaipilla es una masa fina y aplanada como un disco, frita, que además se prepara con ingredientes muy sencillos. Como muchas recetas tradicionales, tiene la virtud de llenar el estómago rápidamente.
A nosotros, como hemos mencionado, nos llegó como fruto de la invasión árabe, y más tarde, la transportamos al Virreinato de la Plata, lugar en el que los indios araucanos lo bautizaron como sopaipilla, en honor a un ave.
Dulce o salada, tanto da, habiéndose convertido en todo un éxito de ventas en los puestos de comida callejera de Argentina, Chile, Nuevo México e, incluso, Texas.
Muchos de los dulces fritos a los que tan habituados estamos, son de origen árabe. Los buñuelos, pestiños, almojábanas, paparajotes o las tortas de canuto, son solo algunos ejemplos.
Pero España, por sí misma, también ha cultivado esta santa devoción por los dulces de sartén, siendo uno de los más representativos las flores de carnaval.
Cómo hacer sopaipillas o sopaipas
Como comprobaréis a continuación, su elaboración no reviste la más mínima dificultad, y al contrario de lo que ocurre con algunas masas y bizcochos, aguantan perfectamente varios días sin ver alterada su textura o sabor, eso sí, guardándose debidamente en un túper.
A continuación te doy todos los detalles para que preparares unas sopaipillas cordobesas de rechupete.
Ingredientes:
Harina de trigo todo uso 150 g.
Agua mineral 100 ml.
Aceite de oliva virgen extra 15 ml.
Levadura química 8 g.
Sal 5 g.
Miel (cobertura aguamiel) 100 ml.
Agua mineral (cobertura aguamiel) 25 ml.
Aceite de oliva virgen extra suave para freír (cobertura aguamiel)
Elaboración:
En un cazo colocaremos el agua, el aceite y la sal. Los pondremos al fuego, y antes de que rompa a hervir, lo retiraremos. Incorporaremos en un bol amplio la harina tamizada junto a la levadura química o gasificante, de tipo Royal, no confundir con la levadura de panadería. Crearemos un volcán y añadiremos la mezcla que habíamos reservado anteriormente.
Removeremos e integraremos todos los ingredientes, hasta que la masa ya solo pueda manejarse hábilmente con las manos. Embadurnaremos ligeramente nuestras manos con aceite, y amasaremos como si de un pan se tratase. Tenemos que conseguir una masa lisa, que no se pegue a las manos, lo que nos llevará al menos 12 minutos de trabajo intenso.
Devolveremos la masa al bol formando una bola, y la cubriremos con un paño de algodón ligeramente humedecido, lo que evitará que se forme una costra en su superficie. Transcurridos 60 minutos, sacaremos la bola y la dividiremos en porciones iguales, aproximadamente unas 16, las volveremos a bolear y estiraremos con un rodillo, en láminas de 2 mm como mucho.
Calentaremos abundante aceite de oliva virgen extra suave en una parisién, o en su defecto, aceite de girasol. El aceite debe estar bien caliente, a unos 190 °C, pero en ningún caso debe haber comenzado a humear, lo que indicaría que sustancias volátiles muy perjudiciales se estarían liberando. Freiremos las sopaipillas en pequeñas tandas, impidiendo que el aceite se enfríe.
Las voltearemos y doraremos por ambas caras, a lo que iremos sacándolas en un plato pertrechado con papel de cocina absorbente. Observaremos, que durante el proceso de fritura, aparecen algunas protuberancias, aunque esto no debe preocuparnos. Lo mejor para este tipo de frituras, es emplear una araña, ya que las espumaderas típicas de agujeros no escurren suficiente aceite.
De este modo, ya quedarían unas sopaipillas que podríamos espolvorear con un poco de sal en escamas, azúcar glas o directamente un chorro de miel. Si bien es una manera excelente de comerlas, en Córdoba es costumbre bañarlas en agua miel. Tan solo mezclaremos el agua con la miel, calentándolo en un cazo, que retiraremos del fuego antes de que comience a hervir.
Finalmente, cuando haya templado un poco, iremos sumergiendo las sopaipas de una en una en la mezcla, y retirándolas a un plato, o mejor aún, a una rejilla, para que puedan desechar el exceso de miel. Es preferible que se enfríen un poco antes de consumirlas, ya que así la miel solidificará un poco y serán mucho más limpias de comer.
¡Qué aproveche!
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