Ya está aquí, ya llegó, un mes más el #Asaltablogs.
Y en esta ocasión hemos disfrutado especialmente del asalto, porque tenemos una relación especial con las chicas de El mito del sofrito, un espacio al que hemos visto nacer y crecer ¡y crecer mucho!, porque la oferta de recetas a asaltar es impresionante, en número, calidad y variedad. Y encima, me permite sacar a la luz mi perverso y oculto lado cuqui y utilizar la cosa esta que sirve para poner cosas redondas encima.
Lo cierto es que lo que no hemos tenido en este mes ha sido mucho tiempo por motivos personales y laborales, pero aún así aquí estamos, ¡porque no nos perdemos ni un asalto!.
Hemos elegido una receta que han publicado hace poco: Tarta de cebolla, que nos ha traído muchos y buenos recuerdos y por ello me he permitido tunearla, para hacerle un homenaje a un local que ya no existe y cuyo nombre no recuerdo (pero os juro que era real), así que si alguien puede recordármelo, agradecido estaré
Y es que al ladito de la Sala Clamores, uno de los templos del Jazz en Madrid, había hace muchos años un local que vendía tartas de todo tipo, dulces y saladas que devorábamos antes de entrar a disfrutar de un concierto y mi preferida era una de cebolla, mandarina y roquefort ¿Suena raro?, ¡pues está requetebuena!, aunque lo cierto es que no sé si mi receta se parece a lo que ellos hacían y encima he cambiado varias cosas (además de los ingredientes) de la receta de las míticas chicas (aquí, la receta original de El mito del Sofrito)... vamos, ¡que no tengo perdón!
Ingredientes:
Masa quebrada (yo he partido de una precocinada, por aquello de la falta de tiempo).
2 Cebollas rojas.
2 Huevos.
200 ml. de Zumo de mandarina.
50 gr. de mantequilla.
100 gr. de panceta.
125 ml. de nata (crema de leche) para cocinar.
Queso azul de Valdeón (por aquello de hacer patria y sustituir al Roquefort).
AOVE, sal y pimienta.
Elaboración:
1.- Colocamos la masa en el molde seleccionado y seguimos las instrucciones del fabricante, en este caso se ha horneado 15 minutos a 180 ºC (horno precalentado). Sacamos del horno y reservamos.
2.- Mientras, picamos las cebollas y las pochamos en una sartén con un poco de AOVE y sal. En otra sartén muy caliente salteamos la panceta (no hace falta aceite) cortada en taquitos muy pequeños (podríamos hacerlo en la misma sartén que la cebolla, pero no queremos incorporar más grasa), cuando esté ya churruscada, retiramos, colocamos sobre papel absorbente y reservamos.
3.- Cuando las cebollas cambien de color (al ser rojas se oscurecerán más que una cebolla normal), unos 20 minutos, incorporamos la panceta, subimos el fuego a tope y añadimos el zumo de mandarina.
4.- Cuando reduzca el zumo, apartamos del fuego, añadimos la nata (crema de leche) y removemos.
5.- En un cuenco batimos los dos huevos y cuando la mezcla anterior esté tibia, incorporamos y mezclamos bien añadiendo pimienta negra.
6.- Vertemos la mezcla sobre la masa, esparcimos por la superficie trozos de queso azul y horneamos durante unos 15 minutos a 180ºC. Sacamos y esparcimos queso rallado por encima y volvemos a hornear, en este caso sólo gratinar.
7.- A la hora de servir incorporamos ralladura de lima, que la de mandarina amarga mucho.
Consideraciones:
La masa queda muy oscura no sólo por el horneado y gratinado, sino por haber utilizado cebollas rojas y haber incorporado la nata (crema de leche) en la sartén. A mi me gusta, pero si la quieres más clara utiliza cebollas blancas y prescinde del gratinado.
No tengo muy claro un vino para maridar esto, así que voy a lanzar y os propongo hacerlo con un vino de Jerez. ¿Nunca habéis probado Jerez con queso azul?, pues juegan en la misma división por sorprendente que pueda pareceros y se llevan muy bien.
Y como quiera que sé que algo de sangre madrileña corre por las venas de chicas de El mito del sofrito, que siempre pongo un fondo musical a los asaltos y que... ¡que narices!, que quiero hacer un homenaje a las tartas de al lado de Clamores y de paso a mi ciudad os dejo con algo que suena como lo que íbamos allí a escuchar hace 20 años.