Si me seguís en Instagram, seguro que ya sabréis qué es lo que sale de mi horno casi a diario. Macarons. Muchos macarons. Decenas de macarons tienen invadido mi frigorífico. Esos pequeños, delicados y exquisitos dulces franceses elaborados con almendra molida y merengue que, cuando comenzamos a hacerlos en casa, nos dan mil y un quebraderos de cabeza, me tienen enganchadita.
Y es que desde hace algo más de dos semanas, estoy cursando el taller Macarons al Milímetro -no había hecho macarons con merengue francés antes, solo con merengue italiano, y ha sido todo un descubrimiento-, y por lo tanto horneo estos pequeños dulces casi cada día. Y lo hago con todo el gusto, que conste.
¡No os podeis hacer una idea de lo que disfruto al descubrir y probar nuevas recetas!
Pero con taaaanto macaron, además de empezar a sobrar algún kilito, me encuentro con docenas de yemas de más. Si no quiero desperdiciarlas -lo cual me duele en el alma-, me veo en la obligación moral de darles salida de alguna forma. En la parte salada, masas de cocas, huevos revueltos con tomate o tortillas de patata y calabacín son los principales destinatarios de ellas. Por otro lado, y dentro del apartado dulce, he preparado kilos de arroz con leche, litros de natillas y esta tarta de lima que hoy os traigo. Una tarta archiconocida y extendidísima a lo largo y ancho de la red, elaborada a base de zumo y ralladura de lima, leche condensada, yemas de huevo, una tartaleta de galletas María y un topping de nata montada (crema de leche).
Aunque su origen exacto se desconoce, se considera el pastel por excelencia del estado de Florida. La primera mención formal a su receta la encontramos a principios del siglo XX. Se cree que es una adaptación de otro pastel creado por los pescadores de esponjas de Key West, quienes almacenaban en sus barcos productos no perecederos, como es el caso de la leche condensada -uno de los productos más consumidos por entonces en los Cayos de Florida, al no necesitar frío para su conservación-.
Se supone que abordo de estas embarcaciones carecían de un horno, por lo que quienes las elaboraban omitían la cocción dentro de este electrodoméstico. Por lo visto, al mezclar la leche condensada con el zumo de lima y las yemas se produce una reacción que hace que el huevo coagule y se consiga, de este modo, una crema más o menos consistente -como es lógico, la versión horneada actual es algo más espesa (y segura, en términos de seguridad alimentaria)-. Otra diferencia con respecto a la receta original la encontramos en el topping; si a la actual le añadimos montoncitos de nata montada (crema de leche), antiguamente se cubría toda su superficie con una generosa capa de merengue.
Después de la chapa, os dejo con la receta de esta tarta que me ha gustado tanto. Sencillísima y con una apariencia de lo más chula.
Tarta de lima (Key Lime Pie):
Receta adaptada de BBC Good Food
INGREDIENTES (para un molde de 20-22cm de diámetro)
300g de galletas tipo Digestive, trituradas
150g de mantequilla fundida
400g de leche condensada
3 yemas de huevo M
La ralladura de 4 limas (yo, de 3)
200mL de zumo de lima
300mL de nata (crema de leche) líquida para montar (yo, 200mL)
1 cucharada de azúcar glas
Más ralladura de lima, para decorar
PREPARACIÓN
Precalentamos el horno a 160°C y mezclamos el polvo de galletas con la mantequilla fundida hasta obtener una masa. Cubrimos con esta mezcla la base y las paredes del molde (el mío era con la base desmontable) y horneamos 10 minutos a 160°C. Dejamos entibiar.
Mientras tanto, preparamos el relleno. Para ello, batimos las yemas en un bol hasta que blanqueen. Agregamos la leche condensada, y batimos durante unos tres minutos. A continuación, añadimos la ralladura y el zumo de lima, y continuamos batiendo durante tres minutos más.
Vertemos el relleno sobre la base horneada, y cocinamos en el horno 15 minutos a 160°C. Dejamos enfriar toda una noche.
Montamos la nata (crema de leche) con una cucharada de azúcar glas, y decoramos con unos rosetones. Terminamos espolvoreando un poquito de ralladura de lima, y servimos.
¡Un besazo!