Desde hace unos años es el postre preferido de muchos, y un imprescindible en las cartas de bares y restaurantes que no titubean a la hora de subirse al carro de la nueva moda.
De un tiempo hacia acá, se ha impuesto un tipo de tarta de queso horneada , que tiene una consistencia interna bastante líquida.
Sin embargo, hay quien sigue prefiriendo la versión fría, como esta tarta de queso con cuajada que os presento. Antes de nada, un poco de historia.
Muchos piensan que el origen de la tarta de queso, también conocida como cheesecake , se encuentra en los Estados Unidos, pero lo cierto es que el primer antecedente de este postre se remonta al año 2000 a.C, a la isla de Samos.
Curiosamente, servía como alimento energético a los atletas que participaban en los Juegos Olímpicos. Pero para encontrar la mención exacta en un texto, tenemos que ir un poco más hacia delante, hasta el 230 a.C.
El retórico y gramático griego Ateneo, mencionaba una elaboración que consistía básicamente en trabajar un queso hasta que quedara suave, para posteriormente mezclarlo en una sartén, al tiempo que se le añadía harina y miel, para finalmente cocer la masa.
Posteriormente, los romanos se adueñaron de la receta, modificándola para agregarle huevo y hornearla. La llamaron libuma.
Todas estas recetas asentaron la base para lo que acabaría siendo la tarta de queso, tal y como la conocemos.
Fue en el año 1872 cuando se empezó a añadirle queso crema, dando como resultado la tarta actual. Curiosamente, el descubrimiento del queso Philadelphia fue fruto de un error, cuando Mr. Lawrence de Chester intentaba crear una nueva mezcla más suave a partir del Neufchatel.
Por su parte, España, puede afirmar que cuenta con una tradición paralela de este antiquísimo postre, con las quesadas pasiegas de Cantabria.
Esto mismo ocurre en muchos otros países, tanto de Europa como de América. Incluso en Japón tienen un concepto especial y elevado de esta tarta, que alcanza nuevas cotas de perfección con el pastel de queso japonés, un bizcocho superligero y sutil.
Cómo hacer una tarta de queso con cuajada
Es el momento de ponernos manos a la masa y dar forma a una de las tartas más ricas y sencillas.
Ingredientes:
Galletas María o Lotus 2 paquetes
Mantequilla 100 g.
Nata (crema de leche) líquida para montar min 35% M.G 400 g.
Azúcar 100 g.
Sobres de cuajada 2 unidades
Queso tipo Philadelphia 500 g.
Mermelada al gusto
Elaboración:
Siempre surgen debates acalorados sobre la inclusión o no de una base de galleta y mantequilla, pero para la tarta fría, más que un añadido, considero que es una obligación. En un robot de cocina, o en su defecto, haciendo uso de un mortero, trituraremos las galletas, y mezclaremos con la mantequilla en punto de pomada, formando así una especie de crumble crudo.
A continuación, cogeremos un molde circular de unos 25 cm. de diámetro y cubriremos el fondo con la elaboración anterior. Tened en cuenta que esto será la base de la tarta , por lo que debe tener un grosor uniforme y quedar bien compactada. Para llevar a cabo esta tarea emplearemos una lengua o espátula. Cubriremos con papel film, y dejaremos en la nevera al menos 30 minutos.
Mientras que la base coge consistencia, iremos marchando el relleno . La preparación no difiere demasiado de la de una cuajada, veréis que es muy fácil. En un cazo dispondremos toda la nata (crema de leche), y la iremos calentando a fuego lento. Al mismo tiempo, agregaremos el azúcar y el queso. Entretanto, mezclaremos los sobres de cuajada con un poco de leche, y los añadiremos a la mezcla anterior.
Para que la cuajada haga su magia, es vital que rompa a hervir aunque sea por unos segundos. Tampoco debemos descuidar la preparación, puesto que si hierve demasiado, es fácil que la mezcla se acabe quemando. Por tanto, cuando observemos que ha llegado al punto de ebullición, contaremos hasta 5, y retiraremos el cazo del fuego.
Acto seguido, verteremos la mezcla en el molde, que dicho sea de paso, es importante que sea estanco. Taparemos bien con film transparente, y refrigeraremos por un tiempo no inferior a 6 horas. En el frigorífico ira solidificando, lo que posteriormente nos permitirá cubrir la superficie de la tarta con alguna cobertura o topping su superficie. Pasado el tiempo, la sacaremos y desmoldaremos.
Como sugerencia de presentación, os propongo una mermelada casera, que puede ser del sabor que prefiráis, pero resulta especialmente rica la combinación de tarta de queso con mermelada de arándanos. En general, se recomienda cualquier tipo de fruta roja, siendo la fresa y la cereza dos opciones también muy interesantes.
También podríamos haber empleado gelatina neutra, aunque es un producto de calidad de muy variable, y con el que corremos el riesgo de aportar aromas indeseables a nuestra tarta. La gelatina es el producto de someter a hidrólisis parcial el colágeno que se encuentra presente en la piel de los animales, pezuñas, tendones o, incluso, en las escamas de los peces.
¡Fácil, económica y para toda la familia!
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