Traigo una tarta de requesón que lleva miel y naranja y que está de rechupete. Soy un gran fan de las tartas de queso, ya que admiten multitud de variantes. La combinación de sabores es espectacular, ¡ya verás!
La naranja le da frescura a la tarta y la miel le da un matiz muy particular. El esquema de preparación es muy parecido al de la tarta de queso con chocolate blanco que tenemos colgada en el blog, tan solo cambiaremos algunos ingredientes.
Asimismo, al final de la entrada vas a encontrar unos pequeños comentarios sobre la miel y salud. Descubrirás por qué no es recomendable dar miel a los niños menores de 1 año.
Ingredientes para preparar la tarta en un molde "desmoldable" pequeño (de 18 cm de diámetro):
Base:
120 g de galletas "digestive"
40 g de mantequilla
la ralladura de una naranja
Relleno:
250 g de requesón (¿qué es el requesón?). Si no encuentras, sustituye directamente por queso de untar tipo Philadelphia
150 g de queso de untar tipo Philadelphia
100 ml de nata (crema de leche) o crema para batir
5 cucharadas de azúcar
5 cucharadas de miel
la ralladura de una naranja
2 huevos
Cobertura:
el zumo de 1 naranja
1 huevo
1 cucharadita de harina de maíz refinada (maizena)
5 cucharadas de miel
100 g de nata (crema de leche) o crema fresca
chocolate negro (opcional)
Preparación y comentarios:
Precalentamos el horno y preparamos la base. Molemos las galletas (bien con una picadora, bien con un mortero), le añadimos la mantequilla derretida y la ralladura de naranja. Mezclamos bien y forramos el fondo de nuestro molde. Metemos en el congelador unos minutos.
Mientras, preparamos el relleno. Ponemos todos los ingredientes en el vaso de la batidora y batimos hasta obtener una crema homogénea. No hay que batir demasiado, no queremos incorporar demasiado aire.
Sacamos el molde del congelador y lo forramos por fuera con papel de aluminio (la tarta irá al baño maría, por lo que esto servirá para evitar la posible entrada de agua a nuestra preparación). Vertemos nuestro relleno y tapamos con papel de aluminio (de igual manera, se evitará la entrada de agua).
Ponemos nuestro molde en otro recipiente con agua hasta la mitad. Metemos en el horno a 175 ºC y lo dejáis hasta que la superficie de la tarta esté seca (la mía tardó más de una hora).
Mientras que está la tarta horneándose hacemos la cobertura. Primero, disolvemos la harina de maíz en el zumo de naranja. Mezclamos con las varillas en un bol con el huevo batido y la miel. Llevamos toda esta mezcla al fuego (al mínimo) y removemos constantemente hasta que espese. En ese punto, reservamos en un cuenco a temperatura ambiente (no la metáis en la nevera) y le pondremos plástico transparente encima (literalmente, pegado a la masa) para evitar la costra de la superficie.
Una vez que la tarta esté lista la dejamos reposar fuera del horno al menos 1 hora para que se atempere.
Ahora, mezclamos la crema de la cobertura que hicimos antes (ahora estará medio templada) con los 100 g de nata (crema de leche) fresca. Extendemos apropiadamente la cobertura por la superficie de la tarta.
Tapamos con papel de aluminio y reservamos en la nevera durante toda la noche. Al día siguiente, ya podréis desmoldar y comer. La podéis decorar -opcional- con chocolate negro rallado.
Consideraciones:
Es una tarta pequeña, tened en cuenta que el molde tiene un diamétro de 18 cm. Para moldes "más familiares" modificar las cantidades, pero siempre en relación a la cantidad de huevos. Es decir, si echáis un huevo de más, tendréis que añadir " + la mitad de los ingredientes"; de forma análoga, si echáis el doble de huevos, habrá que doblar las cantidades de todo lo demás.
La miel y la salud
Este fantástico producto fabricado por las abejas tiene cerca de un 80% de hidratos de carbono de absorción rápida (fructosa y glucosa), aportando cada cucharada de 10 g unas 30 Kcal. Además de azúcares, la miel presenta materias colorantes, sustancias gomosas, albúminas, ácidos orgánicos, sustancias minerales y una larga serie de productos que le confieren peculiares características, como tener efectos cicatrizantes, impedir el desarrollo de microorganismos, poseer propiedades antibióticas, etc. Por todo ello, se ha considerado la panacea en muchas culturas, el remedio contra todos los males. Es quizás con el limón y el ajo, el producto que popularmente ha tenido mayor consideración alimentaria, farmacológica y sanitaria.
Un apunte importante: no se debe dar miel a los niños pequeños menores de 1 año. Los bebés tienen unos jugos gástricos que no son tan ácidos como los de un adulto, creando un ambiente ideal para el crecimiento de las esporas de Clostridium botulinum, que pueden estar presentes en la miel. En un adulto, no hay problema, se destruyen en el estómago; en un bebé, la cosa cambia, su sistema digestivo no está tan desarrollado, por lo que esas esporas pueden causar botulismo infantil, así que cuidadín.