El último empujoncito chic@s, que este ya es el último Reto "Alfabeto Dulce" antes de las merecidas vacaciones. En agosto no se cocina, os habéis ganado a pulso un descanso, porque habéis preparado durante el año unas recetas impresionantes.
El ingrediente de este mes, el yogur, elegido por Susana, del blog Dulcemisú, es un ingrediente fresquito, que seguro os da mucho juego a la hora de preparar diferentes recetas propias de esta calurosa estación, en la que lo único que nos pide el cuerpo son postres refrescantes para combatir este calor bochornoso.
Además el yogur me encanta y lo utilizo habitualmente para preparar muchos postres como bizcochos, tartas, batidos, cheesecakes, mousses... y así un largo etcétera de recetas dulces.
Asimismo también lo he probado en recetas saladas, como contrapunto por ejemplo a una carne súper especiada. El yogur aligeraba el sabor y la combinación era perfecta. Y es que tanto en la cocina griega como en la turca es uno de los ingredientes principales.
Y ahora os cuento el postre que he elegido para la ocasión. Se trata de un trifle que he congelado y he desmoldado convirtiéndolo así en una tarta helada.
El trifle no es ni más ni menos que un postre que se elabora a base de crema custard, frutas, bizcocho, nata montada (crema de leche), etc. Es un postre típico de la cocina inglesa, que se presenta en una copa con los diferentes ingredientes distribuidos en capas.
Ingredientes
500 ml. de nata (crema de leche) líquida para montar 35% M.G.
500 gr. de fresas (congeladas)
250 gr. de yogur griego sin azúcar
Ralladura de 1 limón
200 gr. de bizcocho (el que tengáis en casa)
3 cucharadas de azúcar
1 cucharadita de vainilla
Frambuesas (para decorar)
Elaboración
Descongelamos previamente las fresas y guardamos el jugo que sueltan. Reservamos.
En un recipiente montamos la nata (crema de leche). Añadimos el yogur, la ralladura de limón, el azúcar y la vainilla y mezclamos con cuidado hasta que la crema sea homogénea.
Forramos un bol con papel film y colocamos una primera capa de nata (crema de leche). A continuación distribuimos los trozos de bizcocho por encima y los mojamos con el jugo de las fresas. Con una cuchara añadimos fresas por encima de los bizcochos cubriendo toda la superficie.
Seguimos con otra capa de nata (crema de leche) y volvemos a repetir la operación anterior. Terminamos con una capa de nata montada (crema de leche). Congelamos toda la noche.
Al día siguiente sacamos del congelador y dejamos que coja un poco de temperatura para poderla desmoldar.
Una vez desmoldada la cubrimos de nata montada (crema de leche) y la adornamos con frambuesas. Conviene hacerlo una hora antes de servirla para que la tarta no esté completamente congelada porque sino, no vais a poder cortarla ni servirla.
Aproveché y como ahora estoy sin las niñas y semejante tarta no podía comérmela yo sola, la llevé de postre para una cena con mis amigas.
El simple hecho de llevar la tarta en el coche de un sitio a otro con el calor que está haciendo, bastó para que cuando la servimos estuviera perfecta, fresquita y en su punto óptimo de descongelación.
¡¡Uyyyyy qué nervios!!
Quiero saber qué habéis preparado para despedir el reto e irnos de vacaciones hasta septiembre. Deseando ver vuestras propuestas.