El tema del Tartar, ya lo he tocado varias veces, pero siempre está el problema de la congelación del pescado para su ingesta en crudo. Uno de los más agradecidos para esto es el salmón. Congela bastante bien y además no pierde prácticamente nada en el proceso.
Pues esta receta viene de hace unos tres meses, que quedé a comer con Carmen en mi Cádiz, y uno de los platos que pedimos fue un Tartar de atún. Los dos muy ilusionados pinchamos aquello, y fue, ¿cómo decirlo?, venga, decepcionante. Desde entonces vengo dándole vueltas a la cabeza como sacar más rendimiento a este plato y al tema de la congelación.
Pues he descubierto que si congelamos el producto en bolsas al vacío, la pérdida es mínima, por no decir ninguna. Y además las maquinas envasadoras de vacío las encontramos desde los 35, no es caro. El asunto en hacer vacío y congelar durante 24 horas y descongelar durante otras 24 en el frigorífico. Solo eso.
½ pepino cortado en brunoise
200 g de salmón en daditos
4 cucharadas de alcaparras
½ cebolleta morada en brunoise, o chalota
4 cucharaditas de mostaza antigua
Aceite de oliva virgen extra, unas 2 cucharadas
Sal y pimienta
Cilantro picado al gusto
Unas gotas de limón
Pues tan fácil, como ligar la mostaza con el aceite. Unimos los ingredientes excepto el limón, la sal y la pimienta. Mezclamos bien para que se unan todos los sabores y quede todo bien impregnado.
Metemos en la nevera una ½ hora, tapado con film transparente y dejamos reposar. Antes de comer, lo sacamos unos minutos y rociamos con unas gotas de limón y salpimentamos.
Yo lo serví en unos volovanes y la verdad es que se me quitó el mal sabor de boca que me quedó la última vez, fue una pena, pero Besos para todas, para todos, besos a, en fin, Besos y sed muy felices.