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Por: RedacciónA la hora de comprar productos refrigerados o congelados, es complicado saber si la cadena de frío, ese sistema de control de temperaturas que garantiza la seguridad del alimento, ha sido rota en algún momento durante el transporte o almacenaje desde su producción hasta que llega a los expositores de los supermercados, pequeños comercios o mercados de abastos.
Investigadores del Instituto de Investigación de Tecnología Química de Corea, han desarrollado una etiqueta capaz de identificar si el alimento ha sido sometido a temperaturas mayores de 10ºC y, por lo tanto, si la cadena de frío ha sido interrumpida en algún momento del proceso de distribución.
La etiqueta está fabricada a base de una película de nanofibras que, a baja temperaturas, se entrecruzan formando una imagen opaca. Cuando es sometida a temperaturas mayores de 10 grados, las nanofibras que forman la película se colapsan y derriten, volviéndose transparente y dejando al descubierto una imagen que no sólo demuestra que la cadena de frío ha sido interrumpida, sino también el tiempo que el producto ha estado expuesto a temperaturas superiores de las adecuadas para su conservación.
A diferencia de otras etiquetas ya existentes en el mercado, ésta, es aplicable a cualquier tipo de producto, ya sea carne, pescado o verduras, pues están adaptadas a la durabilidad de cada alimento. Además, su coste de producción es de tan solo 10 wones (0,0076 euros) por unidad, y se adapta a todo tipo de envases, por lo que no supone un impedimento para ser utilizada en la industria alimentaria.
Los investigadores, orgullosos de su invento que supone un gran paso para la seguridad alimentaria, afirman que esta etiqueta también puede ser utilizada en fármacos que requieren ser conservados a ciertas temperaturas.
¿Qué pasa si la cadena de frío se rompe?
La cadena de frío es el sistema de control de temperaturas que garantiza al consumidor que el producto alimenticio que está adquiriendo es completamente seguro e inocuo para su salud, al menos desde el punto de vista microbacteriano.Cuándo esta cadena se rompe y el producto, ya sea refrigerado o congelado, alcanza temperaturas mayores de las recomendadas, favorece la proliferación de microorganismos. En cortos períodos de tiempo, estos microorganismos pueden no alterar las cualidades organolépticas del alimento, ya sea aroma, color o sabor, pero sí pueden ser las causantes de posteriores toxiinfecciones.