A lo largo de mi vida he tenido épocas de súper fuerza y de súper poca fuerza. Me he sentido capaz de romper la guía telefónica en dos yo sola y también me he sentido como si una bola de algodón me pesara como la tierra al Titán Atlas. La falta de fuerzas la sigo teniendo con facilidad. Imagino que hasta que mis hijas no hagan selectividad por lo menos esa sensación me visitará con frecuencia. Pero la fuerza sobrehumana la consigo ahora muy fácilmente y cuando quiero con alimentos como el de hoy.
Through my life I have experienced times when I felt super strong. Strong like in being capable of tearing que phone book in two. And I also have experienced a lack of energy and strengh that made a cotton ball feel as heavy as the whole Earth. I still feel weak easily which I expect to keep happening until my kids go to college. But in order to feel strong like in superhuman strong I have relied on superfoods like this one that I bring you today. It fills me with tons of energy and it is probably one of the most deliciuos things I have ever prepared. Its not called SUPERfood for nothing.
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Recuerdo el día en que di a luz a mi primera hija. De repente toda la civilización se desmoronó y mi vida se convirtió en el acto más animal de la naturaleza en el que yo había participado hasta el momento. Con la súper fuerza fluyendo a raudales de pronto te das cuenta de que eres capaz de poner a un ser humano en este mundo. No es que fuera un momento de súper fuerza, es que me sentí el ser más poderoso de la tierra.
La época subsiguiente de súper poca fuerza no tardó en llegar. En cuanto nos mandaron a casa y dejé de saber en qué día vivía, cuándo me había duchado por última vez o cuál fue el último periódico que leí. Llegué incluso a dejar de saber qué era un periódico y olvidé por completo que los domingos traían unos suplementos que me solían tener entretenida durante horas.... Todo eso lo olvidé en aquella época de súper poca fuerza.
A partir de ahí los momentos de súper fuerza y los de súper poca fuerza se han ido alternando con bastante puntualidad. Septiembre me ha pillado siempre con la súper fuerza en niveles muy aceptables gracias a la sobredosis de sol, gambas de Huelva y desayunos de pan con tomate que me han devuelto al trabajo saltarina y con buen color. Diciembre en cambio me ha recibido pálida, demacrada y muerta de frío y con gran necesidad de vacaciones de Navidad y de complemento vitamínico para reforzar las defensas y poner a la súper poca fuerza en fuga. De vez en cuando en plena temporada de fuerza media una de mis hijas se ha puesto enferma, mi marido se ha ido de viaje y hemos estado 5 noches sin dormir y la media fuerza se ha ido donde se había ido ya la otra media. Y eso amigos es muy chungo de remontar. Hasta ahora.
Hace unos meses empecé a frecuentar el gimnasio de nuevo. Y no es que yo pensara que iba a sentirme como si volviera a tener 20 años, pero lo que no esperaba era que fuera a estar pidiendo la hora desde que empezaba a dar saltos. Un horror. Una hora de clase me parecía una tortura china. Me he llegado a hacer trampas a mí misma y a inventarme excusas para no ir a un gimnasio al que nadie me obliga a ir y al que se supone que voy porque quiero. Y entonces descubrí la chía. Os lo llegué a contar en FB y en Instagram de lo que me impresionó el efecto. Un pudding de semillas de chía como unas dos horas antes de ir al gimnasio y mi vida cambió. No sólo ya no miro el reloj de la clase, sino que hay días en que haciendo spinning, pedaleo y me parece que las piernas no son ni mías. Me las miro en el espejo y flipo yo sola de lo rápido que las muevo.
La chía a estas alturas ya no es nueva para nadie. Yo me he animado a probarla aquí en EEUU porque está muy bien de precio. Las semillas crudas se pueden comer así, tal cual. Dan un toque crujientito muy agradable, pero como más populares se han hecho es en forma de pudding. El pudding de semillas de chía no es más que unas cucharadas de chía hidratadas con algún líquido durante unas horas. Normalmente con algún tipo de leche, yogur o zumo, dependiendo de la consistencia o el sabor que se desee. Al hidratarse, las semillas se engordan y adquieren una textura gelatinosa muy curiosa.
Yo lo suelo tomar así sin más. Sólo con un chorrito de vainilla y agave para darle dulzor y con un poco de fruta fresca por encima pero hay mil variaciones. La que os traigo hoy es un ejemplo pero ya os iré poniendo más.
Este mes el reto del Asaltablogs me viene fenomenal para enseñaros un tipo de preparación con chía que es probablemente una de las cosas más ricas que he preparado nunca. Las cantidades que hay aquí son muy grandes para una sola ración. Yo me comí lo que veis en dos veces porque el vaso que usé para presentarlo era muy grande pero quería que se vieran bien las capas.
El blog elegido esta semana para asaltar es Thermofan y a pesar de que está repleto de recetas estupendas tardé muy poco en reconocer a la elegida. Esta receta de Yogur gelatinoso de frutos rojos con chía es la fuente en la que está inspirada mi versión de hoy.
Le he añadido mantequilla de cacahuete que es mi nuevo flechazo en la comida junto con la de almendra. La mantequilla de cacahuete o de almendra no es nada más que cacahuete/almendra molido/a. No tiene aceites guarros. Es fruto seco machacado sin más. Como todo fruto seco tiene grasa, bastante, por lo que tiene muchas calorías y se impone la moderación, pero también proporciona mucha energía por lo que este tipo de pudding nunca lo tomaría con mantequilla de cacahuete antes de ir a dormir, pero antes de hacer ejercicio o en el desayuno te deja listo para enfrentarte a Popeye con serias posibilidades de victoria.
Una cosa fantástica de este tipo de preparaciones es que se pueden dejar listas por la noche, y lo que a mí más me gusta es que se pueden personalizar y adaptar a los gustos particulares muy fácilmente. Los toppings que se pueden usar para darle textura son infinitos. No os dejéis guiar por los que veáis ni aquí ni en ningún sitio y dejad a vuestra imaginación o a lo que tengáis en la nevera tomar el control. Y ya sabéis, como decía SúperRatón, ¡No olviden supervitaminarse y mineralizarse!
Ingredientes
2-3 cucharadas soperas de mantequilla de cacahuete
150 grs de frambuesas
100 ml de leche de almendras, o de soja, o de coco, o de arroz...
1 chorrito de sirope de agave para endulzar
3 cucharadas soperas de semillas de chía
Yogur de frambuesa, o de fresa, o natural... el que os guste. El mío era un yogur de soja de sabor frambuesa.
Pepitas de chocolate, más chía, almendra crocanti, más frambuesas y un hilito de miel como toppings.
Preparación
En un vaso o el recipiente en el que vayas a tomar el pudding final poner una capa base de mantequilla de cacahuete. Si te gusta mucho puedes hacer la capa más gruesa poniendo más.
Con la batidora de brazo o una blender tritura las frambuesas con la leche hasta tener un líquido rosa.
En otro recipiente mezcla las semillas de chía con la leche de frambuesas triturada y revuelve. Déjalo unos 10-15 minutos en la encimera para que empiece a hincharse la chía. Añade entonces el agave al gusto para el dulzor y revuelve de nuevo.
Ahora vierte la mezcla del paso anterior en el recipiente en el que tienes la capa de mantequilla de cacahuete para hacer la segunda capa. Tápalo con papel film y mételo a la nevera toda la noche (al menos unas 4 horas, pero yo lo hago por la noche y así por la mañana ya lo tengo para desayunar).
Cuando lo vayas a comer añade una capa del yogur que más te guste.
Corona con los toppings que te gusten. Yo suelo añadir siempre algo que aporte un toque crujiente porque me parece que el contraste con la textura gelatinosa del pudding de chía es genial. Así que le puse semillas de chía en crudo y el crocanti. Y vi por ahí unas pepitas de chocolate y no me pude resistir.
Ingredients
2-3 Tbsp creamy peanut butter
1/2 cup raspberries
1/2 cup unsweetened almond milk
1/2 cup raspberry yogurt (diary free, I used Silk soy yogurt)
Toppings: crocanti almond, dark chocolate chips, chía seeds, whole fresh raspberries and a drizzle of organic honey.
Directions
In the bottom of a cup, jar or glass, spread the peanut butter to make a first layer of pudding.
In a blender combine raspberries and milk and blend until you get "raspberry milk".
In a small bowl or cup combine chía seeds and raspberry milk and let sit on the counter for 10-15 min. Then add a drizzle of agave syrup and combine well again.
Pour the chía seed mixture on top of the peanut butter layer to make a second layer. Cover with plastic and let sit in the refrigerator overnight (at least 4 hours)
Once the chía pudding is set pour your choice of yogurt on top of it and finish with your favorite topings.