El queso fresco es ideal para dietas y postres, puesto que sólo aporta apenas 100 calorías por cada 100 gramos. Entre sus ventajas está también la buena aceptación que tiene entre los niños, aportándole cantidades esenciales de calcio. Y, en general, es beneficioso para todos por los nutrientes que aporta: magnesio, fósforo, y vitaminas A, B y D. A todo esto se une su versatilidad en la cocina.
Variedades de queso fresco
Muchas veces confundimos el queso fresco con el queso de Burgos, pero no es, ni mucho menos, el único. En Europa existen numerosas variedades de queso fresco:- Feta: un queso griego de elaboración tradicional compuesto por leche de oveja, cabra y vaca, que destaca por su sabor contundente y salado frente a otros frescos. Se utiliza fundamentalmente en ensaladas, pero también para elaborar platos más complejos.
-Quark: es un queso fresco de origen alemán, algo ácido, que se puede tomar untado en un pedazo de pan.
- Mozzarela: es un queso también muy popular. Procedente de Italia, es un ingrediente esencial para elaborar las sabrosas pizzas, aunque también es exquisito en ensaladas de tomate y orégano.
- Ricotta: de sabor muy suave y que se elabora con leche de vaca u oveja. Se utiliza mucho en los postres.
- Requesón: también se emplea principalmente en postres. Se hace con leche de cabra o vaca, y tiene un sabor muy lácteo.
- Villalón: es otra variedad de fresco procedente de Villalón de Campos (Valladolid). Realizado con mezcla de leche de oveja y vaca o sólo vaca, su sabor es ligeramente salado.
- Cotagge: es parecido al queso de vaca fresco. Muy extendido en América, está elaborado con leches desnatadas, lo que le hace un alimento muy ligero.
- Mascarpone: procedente de Italia, este queso es dulce al principio, pero con notas ácidas al final. Su uso primordial es en postres.
Conservación y consumo
Este queso siempre tiene que estar refrigerado y se colocará en la parte alta de la nevera. Requiere una temperatura de 4º C. Su alto contenido en agua le hace ser presa fácil de hongos y bacterias. Por tanto, se conserva en buen estado durante poco tiempo, así que hay que consumirlo rápidamente.A la hora de degustarlo, el queso fresco se puede comer sólo o acompañado. Podemos disfrutar de él como postre, o entrante, como aperitivo o para picar entre horas. Se puede comer con dulce de membrillo, miel, fruta, cereales o frutos secos, pero también puede formar parte de platos más elaborados, sobre todo ensaladas. También se recurre al queso fresco para elaborar postres exquisitos, como tartas de queso o el tiramisú italiano.
Recetas con queso fresco
Queso fresco relleno (receta de nuestra lectora Floruca)Ingredientes: 1 queso fresco de 250 gr, 1/2 tomate, 1/2 pepino, 1 melocotón pequeño, 1 pera pequeña, aceite virgen extra, vinagre balsámico y sal.
Elaboración:
Desmoldar el queso fresco de su tarrina y cortar una rodaja gordita de la parte más estrecha. Vaciar con una cucharita o sacabolas, dejando las paredes y el fondo del grosor suficiente para que no se rompa. Reservar. Con las verduras, frutas y los trocitos que se han sacado del queso, hacer un picadillo y aderezar con aceite, vinagre y sal.
Rellenar el queso y tapar con la rodaja, dejándola un poco levantada ayudándose de unos palillos. Adornar con miel ó caramelo líquido y hojas de albahaca fresca.
Queso de Burgos con frutas del bosque y nueces (receta de nuestra lectora -ANA-)
Ingredientes: 600 gr de queso de Burgos, 300 gr de frutas del bosque congeladas, 100 gr de cerezas, 6 hojas de gelatina y 50 gr de nueces.
Elaboración:
Ponemos las hojas de gelatina en remojo en agua fría. Por otro lado, trituramos bien el queso. Calentamos en un cazo a fuego muy suave unos 200 gr del queso triturado e incorporamos la gelatina cuando empiece a salir humo (no debe llegar a hervir). Mezclamos bien con varillas. Agregamos el queso reservado y lo trituramos todo junto con una batidora.
En un molde rectangular ponemos una capa de queso. Encima ponemos la mitad de las frutas y las nueces bien repartidas, otra capa de queso y más fruta y nueces. La última capa es de queso y nivelamos bien la superficie con una espátula. Dejamos enfriar en la nevera de un día para otro, para que cuaje bien la gelatina.
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