Soy una lectora empedernida, leo (casi) todo lo que cae en mis manos y tiendo a leer muy rápido cuando algo me gusta. Me bebo la historia de un trago.
Con esta novela, estaba tan enamorada de todo los personajes, tan embebida por su historia y tan ansiosa de saber qué pasaba con ellos que cuando llegué a la última página me di cuenta que se me habían quedado detalles perdidos. Así que según la cerré, volví a abrirla por el principio.
Y ya, conociendo a los personajes, pude disfrutar toda la historia de otra forma diferente. Disfrutarla del todo, con mayúsculas.
No me cupo ninguna duda que mi receta saldría de este libro cuando se nos ocurrió la idea de la propuesta #entrelibrosandaelguiso de La cocina typical spanish.
Inés es una mujer fuerte, valiente y decidida, como lo fueron muchas de su época. Inés, lejos de amedrentarse y someterse como otras se vieron obligadas a hacer, decide luchar para vivir. La novela cuenta la historia de su vida, durante la guerra civil española, la posguerra inmediata y su posterior exilio.
La ficción de la vida de Inés se va entretejiendo con acontecimientos históricos y nos ayuda a conocer un poco más algunos episodios de nuestra historia. Porque no sé vosotros, pero hasta que leí esta novela yo no sabía que un ejército de idealistas, después de haber combatido contra los nazis y haber sido parte importantísima a la hora de recuperar París, había entrado en España atravesando el Pirineo con la intención de derrocar al dictador, que se habían establecido en un pueblecito del valle de Arán y que tuvieron que volver a Francia derrotados una vez más y abandonados por aquellos que debieron apoyarles.
Doblemente vencidos.
A Bossots, el pueblecito aranés en el que establecieron su cuartel general, llega Inés después de haber sufrido en primera persona la justicia de Franco, con dos cajas de rosquillas para salvarse a sí misma, para salvar al comandante Galán.
Pero también para salvar a Comprendes, al Zurdo, al pobre Bocas y a todos esos guerrilleros a través de su cocina. Porque Inés es cocinera. La semana escasa que dura su estancia en Bossots le sirve para ganarse el título que luego dará nombre al restaurante que fundan en el exilio francés "La cocinera de Bossots". Así que esta novela está llena de cocina, de alimento que también lo es para el alma.
Y yo no tenía duda de que mi plato para esta iniciativa tenía que salir de este libro. Primero pensé en los paparajotes, postre humilde de origen probablemente murciano porque uno de los guerrilleros lo describe con tanta pasión recordando a su abuela que casi los saboreé. Pero yo nunca he comido paparajotes y no sabía si sabría prepararlos en condiciones.
Después recordé una escena especialmente emotiva y la sentencia de Galán cuando Inés cocina para él estas albóndigas de pixín, pero a él no le gustan:
- Pues sí que...- después de probarlas apartó el plato con el ceño fruncido y una expresión de disgusto que no entendí- Menuda manera de estropear un pixín.
- ¿Pero qué pixín ni qué pixín? Que esto no es un pixín, que es un rape francés, a ver si te enteras.
- Me da lo mismo- pero nunca le convencí-, yo sé lo que me digo, y a mi me gusta en pixín entero, no triturado, que es una salvajada, pobre animal, si te viera mi madre...
Porque de todo lo que pasó en mi cocina aquella tarde, lo único que me atreví a contarle cuando volvió fue que había aprendido a hacer albóndigas de rape"
1 kg de rape (además de su espina, para hacer el fumet)
1/2 litro de agua
1/2 kg. de langostinos
2 dientes de ajo
2 ramitas de perejil
1 huevo
1 cebolla mediana
2 dientes de ajo
1 tomate maduro picado o rallado
1 vasito de vino blanco
pan rallado
harina
azafrán
aceite de oliva, sal, pimienta
Primero de todo, vamos a preparar un fumet, un caldo bien concentrado usando la espina del rape y las cabezas y las colas de los langostinos y el medio litro de agua. Lo llevamos a ebullición y lo dejamos cocer una media hora, hasta que el caldo coja colorcito.
Si lo hacéis en la olla rápida, como yo, bastarán 10 minutillos.
Reservamos.
Picamos la cebolla al gusto y reservamos la mitad para el sofrito.
Picamos la carne del pescado y los langostinos crudos, pero sin hacerlos puré. Mezclamos con la mitad de la cebolla picada y con el huevo batido. Ponemos al punto de sal y mezclamos hasta obtener una pasta que nos permita dar forma a las albóndigas. Si fuera necesario, incorpoaríamos algo de pan rallado para que tenga consistencia (en mi caso, tuve que añadir 4 cucharadas de pan rallado y, aún así, quedó un pelín blanda).
Ponemos una sartén con abundante aceite al fuego, damos forma a las albóndigas y enharinamos. Freímos hasta que estén doraditas por todos los lados. Reservamos sobre un papel absorbente.
Preparamos el sofrito:
Retiramos la mitad del aceite e incorporamos los dientes de ajo pelados y la cebolla picada que teníamos reservada.
Cuando comience a blaquearse añadimos el tomate frito y damos unas vueltas. Incorporamos el vasito de vino y las hebras de azafrán. Dejamos que se evapore el alcohol y añadimos la mitad del fumet.
Ponemos las albóndigas en el caldo. Si fuera necesario añadiríamos algo más, pero con cuidado de no ahogarlas.
Dejamos cocer unos 5 minutos y servimos. Aunque se trata de un plato que se puede conservar perfectamente en el frigorífico para consumir al día siguiente.
Si os gusta leer y os gusta la cocina, no dudéis en pasaros por el blog de la cocina tyipical spanish porque tendréis el doble de sugerencias esta vez: muchos platos apetitosos y muchos libros intersantes.
#entrelibrosandaelguiso
"Cocinar, pensé, cocinar, decidí, cocinar es lo importante, tengo que cocinar muchos platos salados y dulces, contundentes y ligeros, de cuchara y de tenedor, vaciar la despensa y volver a llenarla para conjurar el peligro, para proteger a los hombres que tienen que volver a casa a comérselo todo, para salvar mi amor, por amor, cocinar todo el día" (Inés, Bossots, octubre de 1944)
******