Garrapiñadas. !Vaya receta!, pensaréis algunos. Pero estas almendras recubiertas de azúcar son algo más. Son el homenaje que una niña de 10 años, Sandra, hace en memoria de su abuela, a quién veneraba y que fue quién le enseñó a hacerlas. Yo le pedí que me pasase la receta y cuál no sería mi sorpresa cuando al día siguiente me entregó un par de folios profusamente decorados por ella misma y en donde se detallaban punto por punto los pasos de la receta. Me conmovió el detalle y le dije que se lo agradecía y que mandaríamos al ciberespacio la receta de su abuela por si podía verla allá en el cielo, desde donde a buen seguro esbozaría una sonrisa de complicidad con su nieta.
Ya veis. No sólo hay platos fáciles o difíciles. También los hay con su pequeña historia, con alma.
RECETA
INGREDIENTES
Un vaso de almendras naturales.
Un vaso de azúcar.
Un vaso de agua.
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PREPARACIÓN
En una sartén echamos las almendras, el agua y el azúcar. Esperamos hasta que empiecen a hervir teniéndolo a fuego fuerte.
En el momento que empiecen a hervir bajamos un poco el fuego y vamos removiendo con una cuchara de palo de vez en cuando.
Aquí necesitamos mucha, mucha paciencia. Poco a poco se irá consumiendo el agua.
Cuando la consistencia esté cambiando tendremos que ir dando vueltas constantemente para que no se nos quemen las almendras.
El azúcar se quedará de color blanquecino y quedará en el fondo de la sartén. En este momento le podemos subir el fuego. Poco a poco, el caramelo se irá pegando a las almendras y pasará al color típico de caramelo.
Cuando veamos que las almendras ya están en su punto las vamos sacando y poniendo en un trozo de papel vegetal o un trozo de mármol. Cuando estén más o menos frías las separamos unas de otras.
Las dejamos enfriar por completo y las podemos poner en un bote de cristal para que se mantengan perfectas durante tiempo.
NOTA:
Receta copiada tal y como me la pasó Sandra. No he movido ni un punto ni una coma. Creo que yo no la hubiera explicado mejor.