Como digo, lo probé allí en una cena con amigos y me encantó, así que, esta Semana Santa le propuse a mi madre probar. En mi casa, las torrijas son una auténtica tradición familiar (aunque nosotros las hacemos en Navidad), así que, me costó un poco convencerla de romper la ortodoxia de la receta y de la fecha, jejeje…
En cocina, como en todo, “cada maestrillo tiene su librillo”, por lo que habrá un montón de recetas de torrijas por el mundo: con canela, sin ella, con caramelo, con almíbar, con licor, …, pero yo os contaré como se hacen (y se llevan haciendo durante generaciones) en mi familia. ¿Empezamos?
Lo primero os diré que las hicimos exactamente igual que las torrijas normales, pero sustituyendo el pan por unos buenos sobaos pasiegos. Si son muy grandes, puedes partirlos al tamaño que prefieras.
En una cazuela, echar leche (la cantidad depende de la cantidad de torrijas que vayas a hacer) y azúcar, y poner al fuego un poco para que el azúcar se disuelva. Los sobaos ya son dulces de por sí, así que, probablemente sea buena idea no azucarar la leche (¡para gustos!). Una vez disuelto el azúcar, apartar del fuego y dejar atemperar.
Batir 2 huevos, poner a calentar una sartén con abundante aceite de oliva y disponer una fuente (donde se irán colocando las torrijas hechas) con una “cama” de azúcar.
La elaboración es tan fácil como sigue: sumergir el sobao en la leche y empapar bien. De ahí, pasarlo al huevo y rebozarlo, Y, ¡a la sartén! Tras un par de minutos, dar la vuelta, dorarlas por el otro lado y sacarlas a la fuente, donde espolvorearemos por encima con abundante azúcar.
Un consejo: como veis, es una receta muy fácil, pero un poco engorrosa, así que, igual necesitais ayuda… En mi familia, nos repartimos el trabajo: yo voy batiendo huevos de uno en uno cuando lo van necesitando; mi tía sumerge y empapa las torrijas en la leche; y mi madre las reboza en el huevo y las fríe. ¡Trabajo en cadena!
Como os digo, hicimos las torrijas de sobao en Semana Santa para una comida con amigos, pero, cometimos un error: ¡¡no las fotografiamos!! Así que, buscando una foto para ilustrar este post, encotré un blog de cocina que os recomiendo. Se llama Pasen y Degusten, está genial y seguro que os enseña mucho más que yo de estos menesteres, jejeje…
De ahí es la siguiente foto (¡prometo que las mías tenían una pinta muy parecida!)
A mi me gusta tomarlas templadas y con un poco de helado de vainilla.
Ummmhhh… ¿no os animais?
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