Hace sólo tres días y parece que ya haya pasado una eternidad. Pensamos en la nochebuena y parece que quede tan lejos como las vacaciones de verano y sin embargo no hace más que dos semanas que estábamos a golpe de zambomba dándolo todo con los villancicos y las mesas opíparas.
Estrenamos un nuevo año y todos queremos cambiar algo de nuestras vidas. Cuando termine enero, si queréis, volvemos a repasar esos buenos propósitos.
Hace muchísimo tiempo que vengo comparando el inicio de cada año con un cuaderno nuevo. Recuerdo perfectamente cómo cada vez que comenzaba un cuaderno ponía especial esmero. Dejaba su primera hoja en blanco, con el nombre de la asignatura, escrito en el centro, con letras muy bonitas y a continuación escribía usando distintos colores para poner el número o el título del tema, los apartados y procuraba hacer una letra bonita, sin tachones, usar siempre el mismo bolígrafo...
Daba gusto ver las primeras hojas de cada cuaderno, pero con el paso de los días llegaban las prisas, la dejadez, el hastío y ya daba igual el bolígrafo, si había que tachar algo, si no se separaban los apartados...
Lo mismo ocurre con cada Enero. Comenzamos con muy buenos propósitos y muchas ganas. Pasa Nochevieja (o Reyes) nos subimos a la báscula y nos queremos morir. Algunos no necesitan ni eso, basta con intentar ponerse unos pantalones o abrochar un vestido que en diciembre nos iban perfectamente pero que misteriosamente han encogido en el armario.
Lo de hacer dieta, perder peso, comer sano...llámalo como quieras es todo un clásico en estas fechas ¡si sale hasta en las noticias cada año! Pero con el paso de los días perdemos fuelle y para San Valentín estamos renovando armario y no despensa.
Sea como fuere seguro que a día de hoy los que no estáis haciendo dieta seguís empachados después de la bacanal de comidas y cenas del mes de diciembre. Y los que no estáis apurando lo que queda de las fiestas, que se va quedando olvidado y después da más pereza.
Así que hoy traigo una receta fácil (más que fácil boba, la verdad) para ayudar a comenzar (o retomar) la alimentación sana y sobre todo para comenzar el día cargados de energía.
No sé si os pasa a vosotros pero a mí por la mañana llenar un bol de leche y ponerle avena, muesli o cereales me da una pereza infinita. Mira que le dedico mi tiempo al desayuno pero esto me cuesta horrores. Y lo de comerme la avena a puñados tampoco es que lo vea ni práctico ni cómodo (ni atractivo)
Es por ello que desde hace tiempo hago en casa mis propias barritas, les pongo lo que me viene en gana y desayuno mucho más cómodamente. Esta vez he usado un muesli comercial que vino un mes en la caja de productos a la que estoy suscrita, pero muchas veces las he hecho usando avena, fruta deshidratada, frutos secos y/o trozos de chocolate negro.
Aquí lo importante es mantener las cantidades (o la proporción) y tenemos una receta ideal para dar salida a los restos de los paquetes que pueblan los armarios de la cocina.
En menos de diez minutos hacéis la mezcla y la tenéis marchando en el horno ¡y a otra cosa! Puedo asegurar que no merece la pena comprar las industriales, por muy saludables que nos las vendan, porque hacerlas en casa nos garantiza unas barritas a nuestro gusto y además muchísimo más baratas que las compradas ¡que también hay que mirar por el bolsillo aunque sólo sea de vez en cuando!
Si queréis llevarlas para tomar a media mañana o después de entrenar las envolvéis en papel encerado ¡y con ellas al fin del mundo!
Además aguantan bastante bien. Yo suelo guardarlas en el frigorífico si tengo hueco, pero si no lo tengo están en la cocina y nunca se me han puesto malas, así que podéis hacer sin miedo para tener para varios días.
Cortarlas es sólo cuestión de práctica, dejarlas enfriar por completo y buscar un cuchillo grande. Y si se rompen, pues hacemos trocitos, los metemos en un bote y ya tenemos bocaditos para ir picando de manera saludable ¡hay que ver siempre el lado bueno de las cosas!
Espero que os animéis a prepararlas. Es una receta ideal para dar salida a los restos de frutos secos y fruta deshidratada que suelen quedar tras las navidades. Mientras os invito a una y nos ponemos al día de los regalos de Reyes ¿os parece?
Ingredientes:
* 300 gramos de muesli o granola
* 100 gramos de miel
* Dos cucharaditas de canela
* Un chorrito de vainilla
* Dos cucharadas de caramelo líquido
Elaboración:
1. Ponemos el muesli en el bol, añadimos la miel (si está muy dura podemos calentarla un poco en el microondas), la vainilla, el caramelo y las especias y mezclamos bien.
2. Forramos una bandeja alargada con papel de hornear, vertemos la mezcla, esparcimos bien y presionamos con ayuda del dorso de una cuchara o con un rodillo de repostería para que quede nivelado y bien compactado.
3. Introducimos en el horno precalentado a 160º C y horneamos de 25 a 30 minutos.
4. Sacamos, dejamos enfriar por completo (podemos intentar desmoldarlo con ayuda del papel y dejarlo enfriar sobre una rejilla ¡con cuidado! para no partirlo) y una vez frío cortamos en porciones al gusto.
Como os había comentado es una receta tremendamente fácil y muy versátil que podemos modificar a nuestro gusto o según lo que tengamos en casa en ese momento.
Además se tarda muy poco tiempo en prepararlas así que no hay excusas para no ponerse a ello.
Podéis envolverlas o dejarlas cortadas en un táper si no las vais a consumir fuera de casa. Incluso hacerlas trocitos del tamaño de un bocado y conservarlas en un bote o una lata.
Esta receta va también para el reto 1+/-100, desperdicio cero de mi amiga Marisa ¡espero que le guste!
A todo esto ¿cómo se han portado los Reyes con vosotros? En casa fue toda una locura. Las niñas, por una vez en la vida, tardaron en levantarse. Que a las nueve no se hayan movido es todo un récord. De hecho yo creo que ese fue mi regalo de reyes, dormir varias horas del tirón y un rato a solas que hizo que me cundiera bastante la tarea en casa.
Cuando se levantaron aquello se convirtió en una casa de locos. De hecho todo el día fue una locura, porque no pararon de llegar a casa con más regalos y por la tarde hicimos ruta en la casa de los abuelos. Toneladas de juguetes que siendo los reyes tan magos ya podían traer montados y con las pegatinas puestas.
No os quiero decir hasta dónde estoy de la casa encantada de Pinypon y del colegio de Pinypon y de la casa de muñecas de Playmobil con todos sus ensambles, pegatinas y accesorios de tamaño minúsculo que por otro lado son todo un peligro para Elena y que no siempre Lara es capaz de mantener fuera del alcance de la otra fiera.
En fin, ahora no sé si buscar hueco en la habitación de las niñas para colocar los juguetes (que en su mayoría siguen en el salón hasta nueva orden) o buscar un piso más grande, o saltar por el balcón porque Lara ya está pidiendo cosas para su cumpleaños. Se ve que nunca es suficiente.
Yo no me quejo, he tenido varias cosas, pero en especial estoy enamorada de un plato y una pala de servir tartas que me han regalado mi hermano y mi cuñada y que espero enseñaros muy pronto.
No me lío más por hoy. Enero es quizá el mes más complicado de trabajo para mí y ya voy tarde. Pido disculpas anticipadas por si estas semanas no aparezco tanto por vuestras cocinas como debiera ¡es que la vida no me da para más!
Nos leemos la semana próxima ¡sed felices y disfrutad del fin de las fiestas!
Manos a la masa y ¡bon appétit!