Sin vacaciones, sin un solo día de descanso, cada día dieciséis horas diarias
No habían entendido la vida de otra manera
Y ahora ella lo dejaba todo para perseguir un sueño, un sueño que nadie conocía
Así, sin más
En cuanto acabó su carrera, la contrataron el mismo bufete donde había hecho las prácticas y en menos de tres años ya tuvo su propio bufete con otro socio
Ahora dejaba todo eso atrás, le vendía su parte a su socio y perseguía su sueño
Ha alquilado un local, la parte de atrás será la parte de obrador con todo lo necesario para hacer sus creaciones y la parte de tienda
No muy grande, pequeña, con mucha luz, con un espléndido mostrador de madera blanco, con una vitrina, con estanterías de diferentes tamaños en los que colocar sus campanas de cristal
Ya se lo imagina todo lleno de sus dulces: pasteles, magdalenas, bizcochos
Y todavía no se lo ha contado a sus padres
¿Qué les va a contar? ¿Qué deja un futuro prometedor por un pequeño negocio incierto?
¿Qué ha invertido todo su dinero y el de su marido en esa pequeña tienda preciosa?
¿Una tienda tan bonita como una nube pero que no sabe si podrá vivir de ella?
¿Eso les tiene que contar a sus padres?
¿Que todo el sacrificio que han hecho durante tantos años puede que no haya servido para nada?
Mañana es la inauguración. Mañana ha invitado a sus padres y muchas personas del barrio, de toda la vida
Está todo a punto en la tienda. Mañana, a primera hora las estanterías aparadores, cada rincón de su tienda se convertirán en un sueño de nata (crema de leche), merengue, chocolate...
Ha pasado un año ya desde el día de la inauguración
Hoy echa la vista atrás y vuelve a sentir aquel nudo en el estómago, vuelve a ver a sus padres delante de ella no dando crédito a todo lo que ella trataba de explicarles, mirando cada rincón de la tienda, del obrador como si estuvieran viendo al mismísimo diablo
Eso fue hace un año
En su paseo diario por el barrio, su padre reparte los pedidos más pequeños. No deja que nadie más se haga haga cargo
Su madre hace ver que aún está dolida
Cada tarde arrastra tras ella a todas sus amigas a la tienda. Ella es la que les envuelve primorosamente los dulces que se llevan a sus casas
Tiene una libreta en la que tiene apuntados los cumpleaños, los aniversarios, las bodas, los bautizos y demás celebraciones de todas sus amigas, de cada hijo y de cada nieto correspondiente: "En cualquier celebración que se precie no pueden faltar los dulces"
Ella sabe que aunque su madre aún le diga que el disgusto que le dio no podrá superarlo en la vida, se ha atenuado un poco
En ese año, ya le ha dado dos de sus recetas más secretas. Y ya están a punto de caer un par más, es cuestión de paciencia y en no llevarle la contraria
En un año trabaja más horas que nunca, apenas tiene beneficios, solo descansa el domingo y ni eso
Pero su vida ha cambiado, ella lo sabe
Ahora, cada día, se levanta con una sonrisa
INGREDIENTES
2 plátanos maduros
240 g de harina de repostería
150 g de azúcar
60 g de mantequilla
1 yogur natural
60 g de nueces
2 huevos
1 cucharadita de bicarbonato
1 cucharadita de esencia de vainilla
1 pizca de sal
ELABORACIÓN
Batir los huevos
Añadir el azúcar, la vainilla y la mantequilla derretida
Seguir batiendo
Añadir el yogur
Chafar los plátanos
Añadir a la mezcla anterior
Remover con una espátula
Tamizar la harina y la levadura
Añadir una pizca de sal
Añadir lo tamizado a la mezcla anterior
Batir
Partir un poco las nueces y espolvorear con un poco harina
Pulverizar dos moldes de aluminio rectangulares con spray para desmoldar
Poner parte de la masa en cada molde
Añadir un puñado de nueces
Añadir más masa en cada molde, dejando un 1-2 dedos del borde
Repartir las nueces que quedan por encima de la masa de los dos moldes
Menú Horno 30 minutos
Tapa Horno para acabar de dorar, al gusto
Receta adaptada de Divina Cocina