El solomillo de cerdo es una carne con muchas posibilidades. Es magra, sabrosa, a los niños les encanta y permite un sinfín de preparaciones.
Yo en casa siempre tengo un par de solomillos de cerdo (los congelo, para sacarlos cuando más me convenga) para sacar de un apuro, pues simplemente marcados en la plancha nos encantan.
Hoy los he preparado en tempura, pues de vez en cuando no pasa nada porque nos permitamos el lujo de comer fritos. Con un hilo de miel de azahar recién fritos están de pecado.
Para 4 personas:
1 solomillo de cerdo
sal y pimienta
miel de azahar
semillas de sésamo
aceite de oliva para freír
Para la tempura:
100 mL de agua muy fría
100 g de harina especial tempura (tiene mezcla de harina de trigo y de maíz) o de harina de trigo
sal
Se corta el solomillo con un cuchillo bien afilado en rodajas de 1-2 cm de grosor. Se salpimenta.
Se prepara la tempura mezclando en un bol el agau muy fría con la harina y batiendo hasta que quede una masa no muy espesa. Se puede agregar más agua y, si se desea, una clara montada a punto de nieve le dará una textura más ligera.
Se pone abundante aceite a calentar. Cuando esté caliente se sumergen las rodajas de solomillo en la masa de la tempura y se fríen.
Cuando estén doradas se sacan a un plato en el que se pone un papel de cocina para absorber el exceso de grasa.
Se pone un par de cucharaditas de miel en un bol pequeño y se aligeran con un poco de agua para que fluya más la miel. Se vierte en hilo sobre los bocaditos y se espolvorea con sésamo (yo tengo un sésamo garrapiñado que me regaló mi cuñada Mª José que está de vicio)