Como en mi huerto, plagado de hierba, hay caracoles que se zampan lo poco comestible que nace, suelo castigar cada caracol gordo que veo, con pena de cárcel en una jaula de pájaros, donde cada día les voy colocando hierba y cuando hay para hacer un par de platos, los meto en la cazuela.
Ingredientes (2 personas):
½ kg de caracoles
2 guindillas secas
1 cebolla
½ pimiento italiano
½ kg de tomate de triturado de lata
Orégano
Pimienta negra
2 guindillas (pimienta de Cayena)
Sal
Azúcar
Aceite de oliva
Preparación:
Generalmente no suelo cocinar caracoles, opino que cuesta trabajo recogerlos, lavarlos, cocinarlos y hasta es trabajoso y pringoso comerlos, pero como estos son gratis, mejor currar un poco y la verdad es que su sabor es bastante apreciado por mi paladar.
En primer lugar lavamos los caracoles muy bien con sal y agua, para que eliminen sus babas.
Primero se les añade un puñadito de sal, se menean bien y posteriormente se lavan con abundante agua.
Se repite la operación un mínimo de tres veces.
Una vez dejan de soltar babas, se colocan en una cazuela tapada, llena de agua y se dejan en ella toda la noche.
Al día siguiente preparamos la salsa en una sartén amplia, podemos hacer más salsa por el mismo trabajo y reservarla para futuras recetas.
Pelamos y troceamos la cebolla.
Desechamos las semillas del pimiento y también lo troceamos.
Freímos en aceite tanto la cebolla como el pimiento.
Cuando tanto la cebolla, como el pimiento estén tiernos, añadimos el tomate triturado, el orégano y la pimienta negra.
Añadimos media cucharadita de azúcar para eliminar el ácido del tomate.
Cuando tenemos ya a nuestro gusto de cocción la salsa, dejamos el fuego a baja temperatura, escurrimos los caracoles introduciéndolos en la salsa a baja temperatura unos 30 minutos.
Servir en cazuelitas de barro muy calentitos, junto un paquete de servilletas de papel para limpiarse las manos que pringan un montón y un buen pan tierno para mojar sopitas en la salsita.