Ya hace más de un mes que comenzó la temporada de fresas, para mi, la fruta por excelencia que representa a la primavera y que creo es, una de las más utilizadas en repostería. No sé si es por su sabor o por su vistosidad pero es que ya sean crudas, o formando parte de tartas, mermeladas, helados, compotas, batidos o en cualquier otra preparación, las fresas son una de las bayas más consumidas de postre.
¿Quién de vosotros se puede resistir ante un cuenco de fresas acompañadas de nata montada (crema de leche)? O ¿qué me decís si os las preparo con zumo de naranja? Hay quien sólo se echa una cucharada de azúcar para tomarlas o como yo, un par de cucharadas de leche condensada, aunque si os digo la verdad, a mi me gustan más al natural, a mordiscos.
No sé si os acordáis de aquel bundt cake de fresas maceradas en vinagre balsámico de Módena que preparé ya hace un tiempo. En una ocasión había leído que el vinagre, ya sea el balsámico o el vinagre de Jerez, con unas cucharadas de azúcar, hace que las fresas pierdan esa acidez característica y se conviertan en frutas extremadamente dulces. En el caso de este bizcocho, además el vinagre aportaba mucha humedad a la miga. Y sino que se lo digan a mi compi y amiga bloguera Cristina de "Un pedacito de cielo" que probó a preparar la receta y quedó encantada.
Os cuento esto porque hace un par de fines de semana tuve que preparar un postre para una celebración familiar y como en casa a todos nos gustan mucho las fresas pensé en la posibilidad de preparar un cheesecake, que también es uno de nuestros postres favoritos, y en esta ocasión hacerlo con fresas maceradas.
Quería darle un toque elegante y un poco más elaborado a la tarta y se me ocurrió que en vez de macerar las fresas en vinagre, podía hacerlo con un buen vino. Me acordé entonces de un vino blanco de la Tierra de Castilla La Mancha, de Bodegas Verum que probé en casa de mis padres en Navidad y que me sorprendió gratamente.
El vino en cuestión, Verum Terra Airén. es un blanco joven, ecológico, un caldo fresco y aromático, con toques cítricos y minerales que me pareció ideal para preparar el postre que tenía en mente.
Así que, manos a la obra y ¡a macerar se ha dicho!
Sobre el proceso de maceración
Con la maceración conseguimos potenciar y extraer al máximo el sabor de algunos alimentos, así como hacer que adquieran una textura más suave.
Para comenzar pelamos y troceamos la fruta que queremos macerar. Debemos usar fruta en su punto, ni muy verde ni muy madura.
Colocamos la fruta en el recipiente en el que pondremos el líquido de maceración (zumo, vino, licor, vinagre) y la dejamos sumergida durante un tiempo determinado (entre 30 minutos y toda la noche).
Podemos añadir azúcar si queremos que el resultado de la maceración sea aún más dulce. Es conveniente añadir unas gotas de limón si queremos contrarrestar el dulzor.
También podemos añadir al líquido de maceración unas vainas de vainilla, pimienta cayena u otras especias, ralladura de cítricos, miel o hierbas aromáticas, entre otros ingredientes.
Una vez lo tengamos preparado, cubrimos el recipiente con papel film y lo dejamos a temperatura ambiente o en el frigorífico. A mayor tiempo de maceración, las frutas soltarán mayor cantidad de jugo.
Podemos reducir el jugo que ha soltado la fruta poniéndolo en un cazo a fuego lento y así conseguir un sirope casero que podemos conservar en el frigorífico y que nos servirá para añadírselo a yogures, helados o a otros postres.
Para preparar esta receta apenas vais a usar 100 ml. de vino blanco (para macerar unos 250 gramos de fresas que son las que vamos a utilizar para una tarta de 20 cm.). Como yo no soy de tomar licores con los postres, sino que prefiero empezar y acabar las comidas con vino, os recomiendo que lo toméis en la comida acompañando un pescado o una carne blanco, o como en mi caso un arroz a banda, y continuéis con él durante los postres.
Si queréis utilizar el mismo vino que he utilizado yo para preparar esta receta, podéis comprarlo desde casa cómodamente visitando la tienda de vinos on line de Bodegas Verum, como lo he hecho yo, en la que además de otras variedades de sus vinos, podréis encontrar diferentes estuches e incluso velas con los aromas de sus vinos.
CHEESECAKE DE CHOCOLATE Y FRESAS MACERADAS EN
VINO BLANCO
INGREDIENTES
Para la base
150 gr. de galletas Digestive
50 gr. de mantequilla derretida
20 gr. de cacao en polvo sin azúcar
25 gr. de azúcar moreno
Para el relleno
200 gr. de chocolate negro 70% postres
250 gr. de queso crema
250 gr. de queso mascarpone
3 huevos tamaño L
1 cucharadita de vainilla en pasta
100 gr. de azúcar moreno
Para macerar las fresas
250 gr. de fresas
50 gr. de azúcar moreno
100 ml. de vino blanco Verum Terra Airén
Anís estrellado
Para la ganache
100 gr, de chocolate negro 70% postres
100 ml. de nata (crema de leche) líquida para montar 35% M.G.
ELABORACIÓN
Precalentamos el horno a 160º C.
Primero vamos a preparar la base de galletas, para ello trituramos las galletas con el cacao y el azúcar en un procesador de alimentos o en una picadora y mezclamos estas migas con la mantequilla derretida.
Extendemos las migas en el fondo de un molde de 20 cm. que previamente hemos forrado con papel vegetal, presionando con los dedos o ayudándonos con una cuchara. Refrigeramos.
Para preparar el relleno, primero fundimos el chocolate en el microondas en intervalos de 30 segundos para que no se queme y dejamos que se enfríe un poco.
En un recipiente ponemos los dos tipos de queso, el azúcar y la vainilla y batimos con una batidora de brazo, hasta que la mezcla sea homogénea. A continuación añadimos los huevos de uno en uno batiendo hasta que se incorporen a la crema (no es necesario batir en exceso).
Por último incorporamos el chocolate fundido y mezclamos bien con ayuda de una espátula.
Vertemos la crema de queso sobre la base de galletas y horneamos 60 minutos. Transcurrido este tiempo apagamos el horno y abrimos un poco la puerta para que el horno vaya perdiendo temperatura poco a poco.
Dejamos que se termine de enfriar a temperatura ambiente y posteriormente lo refrigeramos al menos 4 horas aunque es mucho mejor dejarlo toda la noche en el frigorífico.
Ponemos en un recipiente las fresas para macerarlas, para ello añadimos el vino, el anís estrellado y el azúcar. Revolvemos y cubrimos el recipiente con papel film. Dejamos toda la noche en el frigorífico.
Al día siguiente quitamos el anís estrellado y pasamos las fresas por un colador. Ponemos el líquido de la maceración en un cazo y cocinamos a fuego lento para que reduzca, vaya espesando y se convierta en una especie de caramelo.
Preparamos mientras la ganache. Ponemos el chocolate en un recipiente y vertemos la nata (crema de leche) líquida caliente por encima. Dejamos reposar 10 minutos y después mezclamos bien hasta que esté integrada y quede una crema suave. Dejamos enfriar unos 30 minutos.
Desmoldamos el cheesecake y lo colocamos en un plato, en un cake stand o donde lo vayamos a presentar. Extendemos la ganache por encima. Disponemos las fresas sobre la ganache y vertemos un poco de caramelo por encima de ellas.
Una verdadera delicia de tarta, suave, cremosa y con un intenso sabor a chocolate que marida a la perfección con las fresas. Y sobre el vino deciros que para mi ha sido todo un descubrimiento. Y digo esto porque hay vinos manchegos que nada tienen que envidiar a otras denominaciones de origen más conocidas. No en vano, la región vitivinícola de La Mancha es la más extensa del mundo y cuenta con algunos de los mejores vinos blancos españoles, entre ellos los de Bodegas Verum.
Espero que os animéis a preparar esta tarta de queso y a "jugar" con el proceso de maceración añadiendo otros ingredientes como por ejemplo ralladura y cáscara de naranja, porque la combinación naranja-chocolate es extraordinaria.
Como siempre os digo, aprovechad las frutas de temporada para preparar vuestros postres. Yo apuesto por combinar el sabor y los aromas del vino con el de las frutas. Al fin y al cabo de que está hecho el vino sino es de fruta...