La receta es muy sencilla, como la de todas las tartas de queso, vaya. Lo único que igual es un pelín más laboriosa por el simple hecho de que es una receta en la que hay que meter mucho aire y eso lo conseguimos con un buen merengue (batiendo las claras a punto de nieve, vaya). Pero es el paso más importante: con él conseguiremos esa textura tan característica de este postre.
También se le conoce como cotton cheesecake en el mundo anglosajón. Como veis, algunas de sus denominaciones vienen dadas por la textura de la que os he hablado. Es muy esponjosa y casi casi se deshace en la boca. Tenéis que tener cuidado al hornearla porque si os pasáis puede que se os seque con rapidez, es lo malo de la receta.
Tiene un ligero aroma a limón que le da un toque perfecto y que combina muy bien con los frutos rojos con los que he decorado el postre. Podéis usar otra decoración, muchas veces se sirve simplemente con azúcar glacé, pero a mí me apetecía darle un toque más fresco y la fruta siempre se lo da. Además, como bien sabéis, los frutos rojos encajan a la perfección con este tipo de tartas.
Espero que os animéis a hacerlo en casa. Tanto si sois amantes de las tartas de queso como yo, como si no, deberíais probar esta versión del cheesecake japonés porque seguro que os encanta. Yo ya la he preparado varias veces y siempre que la hago es un triunfo. ¡Animaos y me vais contando!
Cheesecake japonés o soufflé japonés
Dificultad: Fácil
Tiempo horneado: Una hora (aprox)
Raciones: 12
Etiqueta: Cheesecake
Trotamundos: Asia
250 gr de queso crema
100 ml de leche entera
50 gr de mantequilla
60 gr de harnas normal
20 gr de maicena
6 huevos grandes
160 gr de azúcar
Una cucharada de ralladura de limón
Una cucharada de zumo de limón
Una cucharada de vainilla en pasta
Una pizca de sal
Para decorar
Azúcar glacé
Frutos rojos
- Precalentamos el horno a 170ºC arriba y abajo sin ventilador.
- Engrasamos un molde de 20 cm. Yo también he engrasado unos ramequines para hacer versiones individuales.
- Separamos las claras de las yemas. Montamos las claras a punto de nieve con la pizca de sal. Cuando estén casi montadas, añadimos el azúcar en forma de lluvia y acabamos de montar bien. Reservamos.
- En un cazo calentamos la leche con el queso y la mantequilla hasta que se fundan y se mezclen bien. Dejamos enfriar.
- En un bol amplio, batimos las yemas con el jugo de limón, la ralladura y la vainilla hasta que la mezcla esté un pelín espumosa.
- Tamizamos juntas las harinas y las añadimos a la mezcla de yemas. Revolvemos bien.
- Añadimos la mezcla de queso y batimos bien con unas varillas para que no se formen grumos. Tiene que quedar lo más homogénea y lisa posible.
- Añadimos el merengue con cuidado y lo mezclamos con una espátula con movimientos envolventes.
- Colocamos el molde al baño maría, en una bandeja llena de agua para el horno, y rellenamos con la masa para el cheesecake.
- Horneamos durante una hora, más o menos. Si veis que se os está tostando mucho la superficie, taparla con papel de aluminio. Los pequeños los dejé menos, unos 40-45 minutos.
- Apagamos el horno, lo abrimos ligeramente y dejamos que se enfríe dentro (una hora y media, más o menos).
- Dejamos enfriar completamente en la nevera.
- Para decorar, yo he utilizado azúcar glacé y frutos rojos.
- Servimos en frío.
¡A disfrutar!