Se corta en generosos trozos cuadrados con un albaricoque en medio.
Acompaña al té como si fuesen viejos conocidos por lo que es perfecta para una merienda aunque tampoco le harán ascos si queda algo para desayunar al día siguiente.
Ingredientes:
4 huevos,
300 gr. de azúcar,
1/2 vaso de aceite,
100 gr. de mantequilla,
1 vaso de leche,
400 gr. de harina,
1/2 sobre de levadura,
6 – 8 albaricoques maduros,
canela y pizca de sal.
Empezamos lavando y cortando a la mitad los albaricoques. Los deshuesamos y espolvoreamos sobre ellos un par de cucharadas de azúcar y una de canela. Eso hará que se ablanden y suelten todo el sabor.
Nos ponemos ahora con el bizcocho y comenzamos separando las yemas y las claras.
Añadimos a las claras una pizca de sal, las batimos hasta que alcancen el punto de nieve y reservamos.
Batimos las yemas con el azúcar que nos queda hasta que adquiera consistencia y añadimos después la mantequilla en punto de pomada y los líquidos. Batimos de nuevo.
Pasamos la harina por un cedazo y le incorporamos la levadura. Añadimos al bol de las yemas la harina mezclando muy bien.
Por último añadimos las claras que tenemos a punto de nieve al bol de las yemas y mezclamos con movimientos envolventes para que se integren perdiendo la menor cantidad de aire posible.
Preparamos un molde con un poco de mantequilla y harina y vertemos sobre él nuestra mezcla de bizcocho. Colocamos con cuidado y sin presionar las mitades de los albaricoques sobre la mezcla y lo introducimos en el horno, que ya tendremos precalentado a 170 – 180 º C, durante 40 o 45 minutos.
Después de ese tiempo habrá subido considerablemente y estará dorado. Lo sacamos y, cuando esté tibio, espolvoreamos con azúcar glas.
Disfrutad mientras se enfría de ese riquísimo aroma preparando una buena taza de té.
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