Quizás mucha gente piense que he sacrificado muchas cosas muy importantes. Mi carrera, mi vida, mi independencia, mi identidad. Yo considero que el hecho de sacrificar lleva implícito el sentimiento de pérdida. Y yo no he perdido. He ganado mucho. Así es como lo siento, aunque estas situaciones (y todas las demás, claro), cada uno las vive de un modo muy particular.
Así que hoy, primer día de vacaciones escolares, es el fin de un ciclo. Un descanso para recuperar fuerzas y enseguida, antes de que podamos pestañear un par de veces, estaremos en septiembre comenzando un nuevo ciclo. Es por tanto el momento de hacer balance, quizás también en este rinconcito virtual.
Este blog, al igual que hice el verano pasado, no cierra por vacaciones, aunque el ritmo de publicaciones seguirá el ritmo familiar, más tranquilo, pausado, porque al fin y al cabo, este pedacito de mi vida, es ni más ni menos que eso, un pedacito de mí.
En este año, han sucedido tantas tantas cosas en mi vida, una vuelta de 180º, lo de fuera adentro, lo de dentro afuera... La vuelta al ruedo laboral, la entrada en el instituto de la piojilla mayor, achaques de salud variado. Han llegado amigos, han desaparecido otros, otros siguen aquí al pie del cañón... Nunca, nunca, me gusta sacar conclusiones negativas. Los que se han ido, porque tenían que irse. Los que han llegado, para aprender algo nuevo. Los que permanecen, porque deben ser una parte de mi vida.
Cierro los ojos, respiro hondo y sigo adelante. Porque la vida es eso, un día a día, una sonrisa nueva cada mañana, disfrutar de lo que nos ofrece en cada momento, sacando el máximo partido a nuestros recursos para ser felices...
La coca de Sant Joan es un dulce típico de Cataluña que se degusta la noche del 23 al 24 de junio, durante la celebración del solsticio de verano, llena de magia, misterio y secretos. La noche más corta del año está llena de leyendas en nuestro país, celebraciones de origen pagano que tienen como centro el fuego, la purificación a través del agua, el culto al sol...
Alrededor de esta fiesta mágica han surgido también multitud de tradiciones gastronómicas, y entre ellas se encuentra esta coca dulce tan típica. Por encima puede llevar azúcar y frutas confitadas de diversos tipos o, como en este caso, crema pastelera que, en casa, nos encanta.
Lo mejor es elaborar la crema y el prefermento el día anterior, ya que estas masas de levado largo requieren bastante tiempo y en un día sólo nos veremos apurados si queremos hacer todo. La crema tiene que estar bien fría, si la ponemos caliente sobre la masa levada, probablemente echaremos a perder nuestra coca.
Si tenéis panificadora, no dudéis en hacer esta receta, no da trabajo ninguno. Si no tenéis panificadora, tampoco da trabajo, pero tendréis más que limpiar en vuestras cocinas.
Coca de Sant Joan
Ingredientes:
Para la crema pastelera:
3 yemas.
320 g de leche {mejor entera}.
75 g de azúcar.
25 g de maizena.
1 cucharadita de esencia de vainilla.
Para el prefermento:
17 g de leche.
10 g de levadura fresca de panadero.
38 g de harina.
Para la masa:
el prefermento anterior.
250 g de harina.
125 g de leche {a temperatura ambiente}.
1 huevo.
40 g de mantequilla {a temperatura ambiente}.
50 g de azúcar.
1/2 cucharadita de esencia de vainilla.
la ralladura de 1/2 naranja.
Para decorar:
1 huevo {para pintar la masa}.
crema pastelera.
piñones.
cerezas u otras frutas confitadas.
Preparación:
1. El día anterior preparamos la crema pastelera, ya que tiene que estar muy fría. Para ello, ponemos a calentar la leche con la vainilla. Mezclamos las yemas con el azúcar y la maizena hasta que no haya grumos. Cuando la leche esté a punto de hervir, la retiramos del fuego y se la vamos añadiendo poco a poco y removiendo a la mezcla de yemas, con cuidado de que no se cuajen. Volvemos a poner de nuevo todo en el cazo, y ponemos al fuego, removiendo constantemente hasta que se espese. Cuando esto suceda, pasamos la crema a un bol limpio, le ponemos un papel film en la superficie, y reservamos en la nevera.
2. Si es posible, también hacemos el prefermento el día anterior. Simplemente tendremos que mezclar todos los ingredientes, taparlo con film y reservar en la nevera. Si no es posible, tendremos que hacerlo al menos 2 horas antes y tenerlo, tapado, a temperatura ambiente.
3. Yo, para estas masas, utilizo siempre la panificadora, aunque podemos amasar a mano y levedar en un sitio cálido. Simplemente tendremos que mezclar todos los ingredientes en la cubeta y poner en marcha el programa de sólo amasado, que en mi panificadora dura 1 hora y media.
4. Una vez acabado el programa, o que haya triplicado su volumen (si hemos amasado a mano), la ponemos sobre una bandeja de horno cubierta con papel sulfurizado. Espolvoreamos por encima un poquito de harina (muy poquita) y con ayuda de un rodillo, la extendemos en forma ovalada y con aproximadamente 1 cm de grosor. Dejamos levar de nuevo, en el interior del horno apagado, por ejemplo, entre 60 y 90 minutos.
5. Precalentamos el horno a 200ºC.
6. Pintamos la masa con un huevo batido. Disponemos la crema por encima, con ayuda de una manga pastelera, a nuestro gusto; yo he formado un enrejado. Decoramos con piñones y cerezas confitadas, u otras frutas confitadas que nos gusten.
7. Horneamos 5 minutos a 200ºC y otros 20 minutos a 180ºC.
8. Dejamos enfriar sobre una rejilla.