Ya has visto que el viaje me ha servido para conocer los principales platos de su gastronomía, y ha sido ya en casa cuando me ha dado por hacer una de ellas más "mía". Aunque la carbonada me cautivó, el conejo a la Kriek tenía que hacerlo. Me encanta la carne de conejo, me parece súper sana y es hasta más barata que el pollo, además admite muchísimas preparaciones; las mejores para mí, que me encanta mezclar dulce y salado, son aquellas que llevan fruta.
Y todo ha ido de la mano para que encima Aurélie celebre el cumpleaños de su blog, La Chef A, con un concurso donde las mejores recetas de su tierra van a competir por un libro de cocina Ch"ti. Que sí, que viene en francés, pero gracias a esta receta acabo de descubrir que tengo un vocabulario gastronómico en francés que no esperaba, y si me sirve además para aprender el idioma, pues tanto mejor.
Aunque vaya a hacer una entrada relacionada con las cervezas belgas, me gustaría hablar un poco de la Kriek, ya que toma tanto protagonismo en el plato.
Para los grandes cerveceros de Europa, como se consideran los alemanes, una cerveza con fruta es una abominación, y curiosamente en Bélgica supone un motivo de orgullo. Se obtiene mediante la fermentación de cerezas agrias, por lo que es una cerveza afrutada, sí, pero también con mucho carácter; aún así, se incluso en Bélgica se la considera una "cerveza de postre" como nosotros tomaríamos un Pedro Ximénez.
Existen muchos tipos de Kriek que en nada se parecen a la idea original, más dulces y menos amargas, más "bebida para niñas". No hay que olvidar que pertenece al grupo de cervezas lámbicas, con varios meses de fermentación espontánea sin adición de cultivos de levaduras, con diferentes frutas como catalítico: uva, manzana, cereza, frambuesa,... Cuidado, Kriek no es una marca, realmente es "cereza" en flamenco, pero ya se ha asumido que, aunque haya cervezas con otras frutas, la denominación que las engloba es esa.
Hay muchas marcas como Boon (más tradicional) o la conocida Mort Subite, bastante fácil de encontrar en grandes superficies y algo más dulce.
La receta en si no tiene mucha complicación, lo único que tienes que contar con el tiempo de marinado; de todos modos, con 4 horas como mínimo obtendrás muy buenos resultados; la carne de conejo es muy receptiva a los aromas y esta cerveza tiene por ella y por todos sus compañeros.
Por supuesto, aunque lo puedes acompañar de una ensalada, lo suyo es hacerlo con las tradicionales frites belgas. Obviamente, no vas a tener grasa de vaca o cordero para freírlas, pero con aceite de girasol te apañarás. El aceite de oliva déjalo para la cocina mediterránea.
Para 4 personas, necesitarás:
- 1 conejo limpio y despiezado, o cuatro muslos
- 1 botellín de Kriek (yo usé Mort Subite, 250ml)
- 1 palito de canela
- Una hoja de laurel
- 1 rama de tomillo (o media cucharadita de tomillo en polvo)
- Pimienta negra
- Sal
- 2 cucharadas de harina
- 75g de mantequilla
- 3 chalotas (o una cebolla morada, si no tuvieras)
- 2 zanahorias medianas
- 1 cucharada sopera de mermelada de cerezas
- (y si encontraras, aunque no es imprescindible) 2 cucharadas soperas de cerezas en almíbar
Para las patatas
- 4 patatas medianas, que sean nuevas
- Aceite de girasol
- Sal
Empieza marinando la noche anterior (o como cuatro horas antes mínimo) la carne con la cerveza, la canela, el laurel, el tomillo, sal y pimienta. Dentro de la nevera para evitar sustos, claro.
Al día siguiente, escurre la carne sin tirar el marinado y pásala por harina ligeramente para freírla en la mantequilla; busca una cacerola amplia para ello, cuidando de que todas las piezas queden doradas por igual.
Una vez retirada la carne, sofríe la chalota o la cebolla morada bien picada en esa misma cacerola, a fuego medio; incorpora la zanahoria cortada en rodajas finas y prosigue con el sofrito hasta que ambos ingredientes estén ligeramente caramelizados.
Devuelve la carne a la cacerola y añade el marinado, colado previamente (si quieres acentuar el sabor de la canela puedes dejar el palito durante la cocción). Tapa y deja cocinar a fuego lento hasta que la carne se ablande, lo que sucederá en torno a la media hora de cocción como mínimo.
Cuando compruebes que el conejo está tierno, puedes dejar reducir la salsa junto con una cucharada de mermelada de cerezas o sacar la carne y licuar la salsa; particularmente yo prefiero dejar una salsa uniforme para que la zanahoria sea la base y no tome tanto protagonismo. En cualquier caso, añade la cucharada de mermelada de cerezas y ajusta de sal.
Te lo dice una amiga del dulce en platos salados, ¡con una cucharada de mermelada basta! Aunque recién añadida no notes el sabor, los aromas "cogen confianza" una vez se asienta el plato (como todo buen estofado, está mejor al día siguiente). Si conseguiste las cerezas en conserva, añádelas como broche.
Mientras se cocina la carne, puedes preparar las patatas. La receta tradicional consiste en freír las patatas dos veces para que queden crujientes por fuera y cremosas por dentro. Si no tienes tiempo, puedes dejarlas en remojo con agua fría y sal como mínimo media hora, para que suelten agua; una vez las tengas cortadas en bastones, secarlas bien y freírlas en abundante aceite de girasol, empezando a fuego medio y subiendo la temperatura cuando veas que están blanditas por dentro.
¡Y por supuesto, no dejes de degustar este plato con una buena cerveza!