Bueno bueno…que ganas tenía de meterle mano a este post Hace unos meses, Marta de la libreta roja, puso en marcha la Blogparade y fuimos muchos los que nos animamos a contar todo aquello que echaríamos de menos de Alemania si regresáramos a España.
Mientras iba escribiendo mi lista me di cuenta que venían a mi mente, casi sin poder evitarlo, una serie de cosas a las que no me costaría nada decir Tschüss y dejar en Alemania si me volviera a España. ¿Queréis saber cuales?
Los domingos fantasma: pues eso, aquí el domingo no hay vida. Se toman muy en serio lo del Ruhetag y, oiga, ni pasar la aspiradora se puede. Eso depende mucho de los vecinos que te toquen pero en realidad echo de menos salir a comer fuera, los bares/cafeterías llenos de gente, los niños con sus bicis, patines, etc. Vamos, lo que es en España un domingo como dios manda. Casi todo está cerrado y la gente suele quedarse en casa a ¿disfrutar? del silencio y la calma.
Los bocatas: vamos a ver, que es eso de pedir un bocadillo de queso y que además de pan y queso le metan lechuga, tomate, pepino, huevo duro y alguna salsilla para darle más sabor aún. Me pirro por una flautita de esas de pan fino y crujiente untada con tomate (de los que mojan) y su quesito bueno…o jamón, o fuet o…
Las panaderías: pues en la linea del tema bocatil, estoy cansada de las franquicias alemanas. Yo quiero un bar, no una panadería. Ese lugar lleno de ruido donde igual desayunas, que meriendas, que te comes un menú de mediodía o te tomas una copita por la noche. Que tampoco soy yo muy de bares al estilo Torrente pero, hombre, algo más animado que las cafeterías de por aquí, llenas de Kaffee y Kuchen (y pseudo-bocatas de queso).
Rascar hielo por las mañanas: salir de casa a las 7:30 con 2 niños que no suelen estar de buen humor y tener que ponerme a rascar el hielo del coche o sacar la nieve. Sí, lo sé, que hay unas cosas tipo papel de plata que se ponen en el cristal para que eso no pase pero a la vuelta de la guarde me suelo olvidar, entre chaquetas, bufandas, mochilas, Schneeanzug por partida doble y dosis elevadas de niños famélicos. Lo mismo aplica con limpiar la nieve de la entrada, no vaya a ser que el vecino se caiga y me denuncie.
La capacidad de improvisación/alegría de vivir: que sí, que es caer un poco en los típicos-tópicos sobre los Alemanes pero no me negaréis que no son la alegría de la huerta. Un poquito más de salero, de “sí, venga, nos quedamos a cenar aunque no estaba apuntado en la agenda porque lo estamos pasando genial y no tenemos nada mejor que hacer”.
El cotilleo y sentido de la justicia de los alemanes: esto sí me tiene harta. Quizá me pasa solo a mí pero estoy cansada de señoras al más puro estilo “Vieja l’Visillo”, vecinos que no salen del coche hasta que termino de aparcar para sugerirme que el coche está ligeramente torcido, señoras que no paran de preguntarme cosas de los niños por la calle…en fin, esa manía que tienen de meterse donde no los llaman.
El clima: estaba claro, ¿no? A pesar de que en Barcelona también hace frío echo de menos el cielo azul y no me costaría nada decir adiós a esta capa de cemento gris que se instala sobre nuestras cabezas varios meses al año. Tengo que decir que me gusta “vivir” las estaciones del año en Alemania, realmente es precioso pero un poco más de cielo azul sería de agradecer.
Y en fin, que no es por ponerme yo quisquillosa. Que, aunque no lo parezca, soy feliz en Alemania y de momento aquí nos quedamos pero, no me negaréis, sus cosillas también tienen
¿Qué cosas estáis deseando perder de vista de Alemania? ¿Marta, coges el relevo?