Hace algunos años tuve una mala experiencia con costillas adobadas de un supermercado y me dio tanto coraje que desde entonces no he vuelto a comprar ninguna carne en adobo. Sobra decir que no se puede meter a todos en el mismo saco y supongo que los controles sanitarios desde entonces son mucho más exhaustivos, pero después de aquello tiendo a pensar que los adobos los usan para enmascarar carnes que ya no están en su punto óptimo de consumo, así que prefiero curarme en salud por lo que pueda pasar.
Lo mejor de todo es que hacerlo en casa es tan fácil que no merece la pena el riesgo, la verdad. Tanto el cerdo, en costillas, en dados para hacer pinchos morunos, alitas de pollo, etc, no necesitan tanto tiempo de adobo para absorber los sabores aunque cuanto más tiempo los dejes mucho mejor, pero si no tienes con media hora es suficiente y el resultado merece la pena.
Ingredientes:
- costillas de cerdo
- 1 buen chorrito de vino blanco
- 1/2 vasito de aceite de oliva
- 1 cucharadita de pimentón dulce de la Vera
- 3 dientes de ajo
- 2 hojas de laurel
- 1 limón
- orégano
- sal y pimienta negra
Elaboración:
1. Sazonar las costillas con sal y pimienta negra, colocarlas en una fuente y bañarlas con el vino y el aceite. Pelar los dientes de ajo, aplastarlos con un golpe de cuchillo y añadirlos junto con las hojas de laurel y el orégano, exprimir el limón y añadir el pimentón. Remover todo bien, dando la vuelta a las costillas las veces que haga falta para que se impregnen bien del adobo. Tapar con papel film y dejar todo el tiempo que puedas, pero como mínimo media hora. De vez en cuando lo destapas y les das otra vuelta a las costillas.
2. Enciende el horno a 190ºC. Pasa las costillas a otra fuente y riégalas con un poco del adobo. Mételas en el horno cuando ya esté caliente y de vez en cuando vas echándole cucharadas del adobo y girándolas para que se doren bien por todos los lados.
Las costillas necesitan alrededor de una hora de horno para que estén bien doradas.
¡Para chuparse los dedos!