El resultado fueron una especia de natillas, eso sí, sin huevo que están riquísimas y se hacen en un momento. A mí me recordaban a las natillas industriales de toda la vida en versión casera, más buenas y más sanas.
Es un postre sencillo que se hace en un momentín aunque hay que dejarlo al menos templar antes de comer.
Con esta receta participo en el recopilatorio que se hace todos los años para recordar nuestros dulces más típicos de España. Es una manera de que no se nos olvide la gran cantidad de variedad que tenemos y recordemos esas recetas que de pequeños nos encantaban pero que poco a poco están cayendo en el olvido. Os recomiendo que os paséis a echar un ojo a esas recetas tan típicas pulsando aquí.
Ingredientes:
500 ml de leche
3 cucharadas de cacao en polvo
3 cucharadas de maizena
6 cucharadas de azúcar (con esta cantidad no quedan muy dulces)
vainilla en pasta
Preparación:
Reservamos medio vaso de leche y en un cazo ponemos a hervir el resto la leche con el cacao, el azúcar y la vainilla al gusto. Mientras desleímos la maizena en el medio vaso de leche.
Cuando empiece a hervir agregamos la leche con la maizena y removemos bien, dejando que se vaya espesando la crema poco a poco hasta que quede una crema sin grumos y espesita. Cuidado que al enfriar va a espesar más todavía.
Le agregué en ese momento un poco de sal y pimienta para darle un toque exótico porque a mí el chocolate con estos dos ingredientes me chifla pero es totalmente opcional y para paladares arriesgados.
Ponemos la crema todavía caliente en unos boles o vasitos y cuando estén a temperatura ambiente lo metemos en la nevera hasta que estén bien fríos.