Las recetas de pasteles de chocolate eran muy comunes en los libros de cocina estadounidenses de finales del siglo XIX. Sin embargo, aquellas que se agruparon bajo el nombre de "Devils food" comenzaron a proliferar en las primeras décadas del siglo XX. La primera receta impresa que podemos encontrar en un libro, data de 1902: "Mrs. Rorers New Cook Book" de Sarah Tyson Rorer. Sólo unos años después, este tipo de pasteles estaban absolutamente de moda. Un claro ejemplo lo tenemos en "Modern Women of America Cookbook" (1913), donde su autora, Anna Clair Vangalder, incluía nada menos que 23 recetas distintas de "Devils food cakes".
Nadie sabe porqué este pastel comenzó a llamarse así. Muchos opinan que es en oposición a los "Angels food cakes" que estuvieron en auge a finales del siglo XIX. Estos bizcochos de Ángel son blancos, ligeros y esponjosos, en oposición a la densidad, oscuridad y humedad de los del Diablo.
Pero, ¿qué diferencia a los Devils cakes de cualquier tarta de chocolate?. Pues la verdad es que existen tantas recetas, que no está nada claro. En principio incluyen mucha más cantidad de chocolate que cualquier otro bizcocho. Suelen incorporar cacao, en vez de chocolate, para conseguir una mayor intensidad de sabor, que a su vez se refuerza añadiendo una buena cantidad de café cargado a la masa. Además, incluyen agua hirviendo como líquido principal y bicarbonato sódico, que modifica el pH del bizcocho y provoca un color más oscuro.
Este bizcocho se pueden presentar en tartas de capas, normalmente acompañado de ganaches, o disfrutarlo tal cual, espolvoreado con un poquito de azúcar glace, junto a una buena taza de café (os recomiendo que mojéis la tarta o el bizcocho en el café, ¡es el no va más!). A mi me gusta mucho utilizarlo en mis tartas, como la que hice para un "Cumpleaños amoroso", acompañado de dulce de leche, o la de "Olaf de Frozen 3D", donde lo suavicé con una trufa de chantilly y cobertura de chocolate.
Como veréis en la elaboración de la receta, este bizcocho se realiza siguiendo la técnica de las masas batidas pesadas, lo que nos hace desviarnos un poco de la técnica de los bizcochos ligeros que andábamos practicando. El resultado, por supuesto, no se parece en nada a una masa batida ligera, pero he preferido hacerla ahora, dentro de este mini apartado de tartas que estamos haciendo para practicar el uso los bizcochos ligeros.
En cuanto a la ganache, veréis que no es la receta típica. He querido daros otra versión más cremosa. La ganache normal se queda muy dura al enfriar y hay que sacarla de la nevera con mucha antelación para poder disfrutarla. Esta ganache cremosa, sin embargo, al incorporar yogur griego o crema agria, mantiene una textura mucho más untuosa.
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Devils food cake o Tarta del diablo
(Para un molde de 20 cm)
Ingredientes
- Para el bizcocho de chocolate negro
Mantequilla - 175 g
Azúcar moreno - 440 g
Huevos L - 3 uds
Harina - 280 g
Cacao - 90 g
Bicarbonato sódico - 1 cdta
Sal - 1/2 cdta
Café cargado - 185 ml (muy caliente)
Leche - 185 ml
Extracto de vainilla- 15 cdta
- Para la ganache cremosa
Nata (crema de leche) - 330 ml
Cobertura de chocolate negro - 330 g
Azúcar - 30 g
Yogur griego o crema agria - 125 g
Extracto de vainilla - 1/2 cdta
Sal - 1 pizca
Elaboración
Comenzamos preparando todos los ingredientes para que se atemperen al ambiente. El café hay que añadirlo muy caliente, así que podéis mantenerlo en un cazo al fuego, sin que hierva, o utilizar café soluble diluido en agua caliente en el momento de utilizarlo.
Primero elaboramos la ganache cremosa para que coja cuerpo mientras horneamos el bizcocho. En un bol apto para microondas, añadimos la nata (crema de leche), la cobertura de chocolate en trocitos y el azúcar. Calentamos todo en tandas de 30 segundos, removiendo bien entre cada tanda. También se puede hacer al baño maría o calentar la nata (crema de leche) por separado y verterla sobre la cobertura y el azúcar. Cuando se forme la crema y no quede ningún trocito de chocolate, añadimos el yogur o la crema agria, la vainilla y la pizca de sal. Removemos bien y reservamos a temperatura ambiente, dándole un par de vueltas de vez en cuando.
Precalentamos el horno a 180ºC, con el calor arriba y abajo y la rejilla colocada un poquito por debajo de la mitad del mismo. Encamisamos un molde de unos 20 cm, engrasándolo con mantequilla y espolvoreándolo con harina o cacao.
Para hacer el bizcocho, tamizamos todos los ingredientes secos juntos: harina, cacao, bicarbonato y sal. Batimos la mantequilla con el azúcar hasta que blanquee. En este caso, con el azúcar moreno, tarda un poco más que con el blanco y siempre queda algún grano sin disolver. Añadimos los huevos uno a uno. Agregamos la vainilla. Incorporamos la mitad de los ingredientes secos tamizados junto con la mitad de la leche y del café (muy caliente), y batimos bien. Añadimos el resto de todos los ingredientes y terminamos de batir. Rellenamos el molde y alisamos la superficie (puedes repartir la masa en varios moldes iguales, así tardará menos en cocerse y ya tendrás las láminas de bizcocho preparadas). Horneamos aproximadamente 1 hora o hasta que al pinchar el bizcocho con un palillo, salga limpio.
Al sacarlo del horno, lo dejamos en el molde unos 20 minutos antes de desmoldarlo. Dejamos que enfríe completamente y lo cortamos en 2 o 3 capas, al gusto (si el bizcocho se ha abombado mucho, también será interesante nivelar la parte superior). Con un cuchillo de sierra, marcamos por donde queremos cortar. A partir de esta marca, cortamos todo el perímetro, sin introducir mucho el cuchillo e intentando mantener la misma altura (te puedes ayudar con el dedo meñique). Cuando tengamos toda la vuelta, seguimos girando e introduciendo cada vez más el cuchillo hasta que hayamos cortado todo el interior.
Colocamos la primera rebanada sobre nuestra bandeja para tartas y añadimos una buena capa de la ganache cremosa. Cubrimos con otra capa de bizcocho, más ganache y rematamos con la última rebanada de bizcocho. Repartimos el resto de la ganache cubriendo la tarta. Primero en la parte superior y luego en los laterales. Te puedes ayudar con una lengua o con una espátula de codo. Para darle un acabado divertido, sólo tenemos que hacer ondas utilizando la parte de exterior (convexa) de una cuchara de sopa.
Si no hace mucho calor, no es necesario guardar la tarta en frío, aunque habrá que comerla en poco tiempo. Si la guardamos en la nevera nos durará unos días más, aunque tendremos que sacarla con tiempo para que se atempere y podamos disfrutar al máximo de su intenso sabor.
Ya os dejo, que tengo que seguir trabajando porque esta semana tendremos una nueva entrega de las "Colaboraciones Siempredulces". ¡Bieeeeeeeen!. Os presentaré otro blog de una chica estupenda llamada Elisa y os propondremos 2 recetas irlandesas con patatas, si he dicho bien, ¡con patatas!, para celebrar San Patricio. ¡Os vais a quedar con la boca abierta!. ¡No os lo perdáis!.