Hace tiempo que mi buen amigo y peluquero Carlos García me dijo una frase que se me quedó grabada: la naturaleza es sabia y con el paso del tiempo, ésta, suaviza las facciones de las personas….y no hay que luchar contra la naturaleza, hay que respetarla, seguir sus pasos y enseñanzas.
Sabio consejo y cuanta razón. Con el paso del tiempo, lo he ido comprendiendo y asumiendo, máxime que desde pequeña me sentía a disgusto con un detalle de mi cara, mis lunares, sobre todo el de mi mejilla derecha, tan bien colocado, como si la naturaleza lo hubiese hecho a propósito.
Hoy en día, los tres han desaparecido de mi fisonomía, la naturaleza, el tiempo se ha ido encargando de borrarlos, de suavizar ésos detalles que en gran medida me avergonzaban y les contaré el por qué.
Fue siendo yo muy niña, cuando se puso de moda pintarse un lunar con un lápiz negro, bien redondeado, cuando se vestían a las niñas y no tan niñas de gitana para las ferias locales. Y yo le decía a mi madre que no quería tener un lunar de gitanilla; ella me contestaba: mira, éllas se los tienen que pintar (como Conchita Velasco por ejemplo), tu ya lo tienes.
Perdí totalmente el dichoso complejo cuando en el año 1971 conocí a Bai (Señor en hindí). Ésta era mi imagen entonces:
Él era el padre de mi jefe, quien creó la empresa, un señor en todo el sentido de la palabra, educado, dulce, inteligentísimo, luchador, trabajador y con un don muy especial, una sensibilidad increíble que portaba desde su más tierna infancia que le llevó a estudiar en India, su país de origen, ésas dotes excepcionales que poseía.
Él no hacía uso de ése don, ni tan siquiera solía comentarlo, ni llevarlo a cabo, era muy discreto en ése sentido, máxime en una época que dichas técnicas sensoriales no estaban en absoluto bien vistas. Entre ellas, leer el futuro, las manos y la melanomancia…..
La melanomancia es un método para interpretar el significado de los lunares. Su estudio nació en ciertas zonas de medio oriente y luego, mediante la oralidad llegó a pueblos y grupos especiales como los hindúes, gitanos, árabes, entre otros.
En China, los principales forjadores de la lectura de lunares fueron Lao Tse y Mao Tse Tung y hasta hoy en China pides trabajo y ven tus lunares para saber si eres apto para este trabajo, además de cotejarlo mediante la lectura de rostro.
La interpretación de estas pequeñas manchas que aparecen salpicando nuestra piel tiene sus orígenes en la tradición china, del 1700 al 1100 a C. De esta filosofía participa la antigua tradición del Tao, cuya idea principal se basa en el movimiento del Universo y de él emana el Gran Uno, el Tai-Yi, que se manifiesta a través de dos fuerzas, Yin y Yang. Yin, símbolo de lo femenino, de la Luna, lo oculto, lo receptivo y lo subjetivo. Yang, símbolo de lo masculino, del Sol, la fuerza vital, el emisor, el mundo evidente y objetivo.
En nuestro rostro el Ying y el Yang están presentes en nuestros dos ojos y simbolizan el sol y la luna, las pecas y lunares son las estrellas así es que en tu cuerpo se encuentra un mapa estelar que puede indicar tu destino y ayudarte a descubrir la personalidad de los demás.
Bai, me dijo que el triangulo de mis tres lunares en mi rostro, eran señal de buena suerte.
Y sí, tuve muy buena suerte al empezar a trabajar en su empresa, en la que permanecí más de treinta años, en la que conocí a cuatro generaciones de su familia….
Bai me comentó que el lunar de mi mejilla derecha decía que era una persona seria, estudiosa, con elevados valores (he leído que muchos místicos y grandes personajes de la historia poseían lunares en ésta zona); el de la barbilla, indicaba prosperidad, un temperamento cariñoso y persona muy responsable. Y el de la nariz, decía de mi que tenía tendencia a los viajes y ser amiga sincera de mis amigos.
Hoy, con 61 años, la naturaleza me los ha suavizado, tal y como dice Carlos, ya casi no se notan, no se ven, yo sé que están ahí, que han estado ésos lunares, ése triangulo esotérico de mi rostro del que ya no me avergüenzo, y que por el contrario, me siento orgullosa porque igual, es cierto de que han marcado mi vida, el ser quien soy y como soy.
Mis antiguos jefes, de origen hindú, eran y son totalmente vegetarianos; por su recuerdo, especialmente de Bai, el dulce abuelo al que yo respetaba y quería, comparto una receta malagueña, que puede servir como aperitivo, acompañamiento de otros platos o bien como ensalada, preparada con un producto autóctono, malagueño: la zanahoria morada o morá de Cuevas Bajas.
La Zanahoria Morá, tubérculo de origen milenario, tiene como procedencia de su cultivo en España, la localidad malagueña de Cuevas Bajas, en el noreste de la provincia, en la ribera del río Genil. Su origen se sitúa en los asentamientos árabes de esta zona, hace más de 13 siglos, en áreas de regadío que son el marco ideal para su conservación.
Con un llamativo interior, con una gama amplia de tonalidades de morado dispuestas en círculos concéntricos.
De sabor suave y dulce, es sembrada en ésta época, en el inicio del verano y coincidiendo con su cosecha, a principios del mes de Diciembre, se celebra en este municipio una singular fiesta en honor a esta hortaliza.
Son ricas en vitamina A, E y B. El aporte mineral lo hace en forma de potasio, fósforo, magnesio yodo y calcio. Pero además, las zanahorias moradas aporta un complemento diferente a las de la variedad de color anaranjadas, las antocianinas, que actúa como un poderoso antioxidante.
Con ellas, preparé ésta deliciosa ensalada. ¿Cómo la hice?
Ingredientes:
Una o dos zanahorias moradas (depende del tamaño), un limón, aceite de oliva virgen extra, sal, agua para cocer las zanahorias y pimienta negra recién molida.
Los pasos a seguir:
Pelar las zanahorias y cortarla en trozos redondos y éstos a su vez cortarlos por la mitad.
En un cazo con abundante agua, cocer las zanahorias durante unos diez o quince minutos (hasta comprobar pinchando un trozo con un tenedor que estén tiernas).
Escurrir bien y pasarlas a un recipiente, a fin de que se enfríen.
Mientras en un cuenco echar el zumo de limón y el aceite, removiendo procurando que emulsione y obtener una vinagreta homogénea.
Emplatar las zanahorias, salar al gusto, regar generosamente con la vinagreta y espolvorear con pimienta negra recién molida.
¡ Disfruten del verano.....con platos ligeros, sanos y nutritivos !!