Dicen los del tiempo que este fin de semana toca casita, manta y bebida caliente porque se avecina una buena tormenta. Así que qué mejor que encender el horno y preparar unas galletas.
La primera vez que probé estas galletas fue hace años en un atelier artesanal extremeño y me enamoraron. Así que desde entonces son una de mis recetas preferidas cuando se trata de preparar galletas caseras. ¿Tenéis plan para este fin de semana? ¡Que se enciendan los hornos!
¿Qué necesito?
250 gr de harina
100 gr de mantequilla
100 gr de azúcar
4 cucharadas de zumo de limón
ralladura de 1/2 limón
2 cucharadas de semillas de amapola
1 cucharadita de levadura en polvo
1 pizca de sal
¿Cómo lo hago?
Con ayuda de unas varillas eléctricas, trabajamos la mantequilla junto con el azúcar hasta que se integren bien ambos ingredientes y blanquee la mezcla. Agregamos las cucharadas de zumo de limón y su ralladura (preferiblemente muy finita). Mezclamos bien todo y reservamos.
En un bol, mezclamos la harina, la pizca de sal, la levadura y las semillas de amapola. Mezclamos la mantequilla con la harina y amasamos hasta obtener una masa homogénea. Formamos una bola con la masa, la envolvemos en papel film y la dejamos reposar en el frigorífico por un mínimo de 2 horas.
Estiramos la masa hasta que tenga más o menos medio centímetro de grosor. Si está muy dura la salir de la nevera, podemos dejarla reposar a temperatura ambiente unos 20 minutos antes de trabajarla. Con un cortador de pastas, realizamos las formas de las galletas sobre la masa y vamos colocándolas sobre una bandeja de horno cubierta con papel sulfurado.
Cocemos las galletas en el horno precalentado a 160º durante 12 minutos aproximadamente. Las retiramos del horno y las dejamos enfriar completamente sobre una rejilla. ¡Y que el demonio de la gula se apiade de vosotros!