Son unas galletas o pastas delicadas, con una textura muy fina que se deshace en la boca. El toque de naranja y limón las hacen perfectas. Con las cantidades de esta receta salen unas treinta, recomiendo hacer el doble de cantidad porque se quedan cortas de lo buenas que están. Se conservan muy bien en un bote hermético y merece la pena hacer más cantidad y que dure varias semanas.Me parecen ideales para hacer una cajita y regalar a alguien.
Esta receta lleva tres yemas de huevo cocidas. Para aprovechar las claras, que ya sabéis que en esta cocina no se tira nada, las incorporé muy picadas a la masa de un fiambre de pollo que hice al día siguiente y quedó perfecto. También podrían usarse por ejemplo para unas albóndigas.
Ingredientes:
150 gr de mantequilla a temperatura ambiente
75 gr de azúcar glass
130 gr harina de trigo de repostería
130 gr de maizena
3 yemas de huevo cocidas (cocer los huevos enteros durante 10 minutos y separar las yemas)
ralladura de media naranja y medio limón
Preparación:
Mezclamos la mantequilla con las yemas y el azúcar hasta formar una masa homogénea. La masa de las galletas la suelo amasar con las manos ya que alguna vez lo he intentado con la panificadora y no me quedaba bien. Agregamos la ralladura de limón y naranja y las harinas y volvemos a formar una masa.
Ponemos la masa sobre una superficie lisa (para trabajar las masas siempre uso un mantel de silicona ya que no me gusta hacerlo directamente sobre la encimera) y estiramos con ayuda de un rodillo hasta obtener un grosor de unos 5 mm. Con ayuda de un cortapastas, en mi caso con forma de margarita, vamos sacando las galletas.
En una bandeja de horno con papel vegetal vamos poniendo las galletas separadas poco más de un dedo entre ellas. Las metemos en el horno precalentado, con calor arriba y abajo durante 10 minutos a 180º. Como cada horno es diferente la primera horneada deberemos estar atentos hasta que los bordes empiezan a tostarse. En mi caso tuve que hacer dos tandas de horneado. Entre una tanda de horneado y otra guardo la masa restante en la nevera para que no se ablande demasiado con el calor del horno.
Tener cuidado al sacarlas del horno ya que son muy delicadas y se rompen con facilidad. Ponerlas sobre una rejilla hasta que se enfríen. Espolvorear con azúcar glass.