¡Hola a tod@s!
Hoy sí, ya lo podemos gritar bien fuerte, ¡¡Feliz día del huevo!! Además es viernes, así que también podemos celebrar el día de ¡no hacer ni el huevo! Que nooo, que es broma, que hay que levantar el país :). Bueno, al lío, después de haber hecho estos días nuestro particular homenaje al ovalado amigo, era imposible no acabar con la receta huevera por excelencia: huevos rotos con chorizo. Mmmm, estoy segura de que ¡ya estáis babeando encima de los teclados!
Sí, sí, ya sabemos que los clásicos son con jamón, pero sinceramente, no nos veíamos con fuerza para competir con los que prepara Lucio, así que hemos preferido utilizar algo también muy español: el chorizo ibérico. Este es un plato complicado, no porque su preparación sea difícil, sino porque es prácticamente imposible hacerlos a gusto de todo el mundo. Que si unos prefieren los huevos con puntilla y otros casi crudos, las patatas crujientes o poco hechas… Nosotras vamos a compartir nuestra versión, pero que cada uno la adapte a sus gustos, recordad que no hay mejor restaurante ¡que vuestra casa!
¿Os animáis a intentarlo? Venga que es imposible confundirse, ¡está chupado! Lo más importante es que los ingredientes sean de calidad, si tenéis un mercado de confianza (vivan los mercados de barrio) donde podáis conseguir patatas, huevos y chorizo caseros os saldrá perfecta 100%. ¡Comenzamos!
Ingredientes...
3-4 patatas medianas/grandes.
2 huevos.
1 chorizo de aproximadamente 6-7 centímetros.
Aceite de oliva (nosotras utilizamos virgen extra).
Con las manos en la masa...
Pelamos las patatas, las lavamos y troceamos. A nosotras nos gustan alargadas, pero podéis partirlas en cuadraditos, lonchas… Salamos y las freímos en una sartén a fuego vivo hasta que alcancen el punto perfecto.
Cuando estén casi listas, incorporamos el chorizo troceado, de esta manera las patatas se impregnarán de todo el sabor. Cuando éste último esté dorado, sacamos el conjunto con una espumadera y dejamos reservar sobre papel de cocina (así nos ahorramos unas calorías :P).
En el mismo aceite, freímos los dos huevos. Aquí cada uno al gusto, pero pensad que la yema tiene que estar sin cuajar, sino se pierde toda la gracia del plato. Tiene que explotar sobre las patatas y el chorizo para que el sabor sea fantástico y, por supuesto, para que se pueda mojar
Si los saboreáis con una cervecita fresquita, mmmmm… A mi me pierde la Mahou clásica pero ¡no quiero herir sensibilidades! ¡Nunca se le dice que no a un buen rubio nacional o internacional! Digo… ¡a una rubia bien fría! :D ¡Feliz fin de semana!