El jengibre es una de esas cosas que a mí me encanta. Ese picante tan especial que tiene, tan refrescante... me vuelve loca. Y desde que descubrí el modo de conservarlo en almíbar, ya nunca falta en mi nevera.
El jengibre tiene también muchas propiedades beneficiosas para la salud. Es principalmente conocido por sus beneficios para el aparato digestivo, tiene una gran capacidad antibacteriana, favorece la buena circulación, ayuda a luchar contra el colesterol, además de ser un maravilloso antiinflamatorio y anestésico natural. ¿Os habéis fijado cuántas propiedades?
Además este jengibre confitado es muy fácil de preparar, así que no hay excusas. ¿Os animáis a probarlo?
Jengibre confitado {en almíbar}
Ingredientes:
200 g de jengibre fresco.
300 g de azúcar.
400 ml de agua.
una pizca de sal.
Preparación:1. Pelamos el jengibre y lo cortamos en rodajitas lo más finas posible. Para esta tarea nos será de gran utilidad una mandolina, aunque no es imprescindible.
2. Ponemos el jengibre en rodajitas en un cazo, cubrimos con agua, añadimos una pizquita de sal y llevamos a ebullición. Dejamos cocer a fuego lento hasta que comience a estar tierno {30-45 minutos}.
3. Escurrimos el jengibre y lo ponemos de nuevo en el cazo junto con los 300 g de azúcar y los 400 ml de agua. Dejamos hervir unos 30 minutos, hasta que el almíbar se haya espesado. Dejamos que se enfríe completamente.
4. Ponemos en un bote, junto con su almíbar y guardamos en el refrigerador, de este modo se conservará muchísimo tiempo.
Fuente de la receta: David Lebovitz