Desgraciadamente, todavía no es sencillo encontrarlo en grandes almacenes así que me decidí a aprender a hacerlo y, después de buscar en la RED y probar distintas recetas, he llegado a la que considero casi perfecta.
Se que este no es un producto que guste a cualquiera pero, si lo has probado ya y sabes que te gusta, anímate y hazlo tu misma siguiendo esta receta.
Ingredientes:
250 gr. de raíz de jengibre fresca.
300 gr. de agua.
300 gr. de azúcar.
1 sobre de glucosa (15 gr.).
azúcar adicional para el rebozado.
Empezamos por escoger una raíz de jengibre lo más fresca y gordita posible. La pelamos y la cortamos en rodajas de 1 cm. o algo más de grosor.
Ponemos abundante agua en una cazuela y añadimos las rodajas de jengibre. Tapamos la cazuela, llevamos a ebullición y dejamos cocer 5 minutos.
Repetimos el anterior proceso 3 veces, desechando el agua resultante en cada ocasión.
Ponemos en la cazuela de nuevo las rodajas de jengibre y 300 ml. de agua (esta vez la mediremos). Dejamos que llegue al punto de ebullición y en ese momento añadimos 300 gr. de azúcar y el sobre de glucosa. Tapamos la cazuela, bajamos el fuego a medio-bajo y dejamos evolucionar en la cazuela durante unas 2 horas.
Después de ese tiempo, las rodajas de jengibre deben estar tiernas y nadando en un jarabe bastante denso.
Sacar el jengibre a un papel de cocina para quitar el exceso de humedad y, cuando esté tibio, ayudándonos con una bolsa, como hacemos para enharinar los boquerones, rebozamos nuestras rodajas de jengibre generosamente en azúcar blanca.
Dejamos enfriar del todo y listo para comer. Podemos guardarlo durante semanas en un bote de cristal que cierre bien.
Ah! no se os ocurra tirar el sirope, es exquisito para endulzar un té, animar unas tortitas para la merienda o añadir a nuestros postres en lugar de azúcar pues les aportará un toque extra de sabor y exotismo.