Su carne es sabrosa y firme, y suele cocinarse en muchos restaurantes porque es un pescado apreciado por muchos cocineros que elaboran recetas deliciosas con él.
Una es un pescado esencial en la cocina española. Rico y sabroso, está claro que no es para comer cada día sino que suele reservarse a fiestas especiales.
Los dos tipos de lubina que encontramos para comer son la salvaje y la de cultivo. El sabor y textura de la lubina salvaje está muy por encima de las procedentes de piscifactoría, debido a su alimentación rica en crustáceos y peces pequeños, lo que adquiere un aspecto más rojizo y un sabor intenso a mar. La puedes encontrar en el mercado durante los meses más fríos hasta la llegada de la primavera. Aunque es un pescado blanco, hay que resaltar que su textura y sabor suelen recordar más a los pescados azules. La lubina se compra fresca, mucho mejor en el mercado, en las pescaderías y lugares especializados. Se compra de una pieza, a base de lomos completos.
Propiedades nutritivas
La lubina es un pescado blanco magro, que solo tiene 1,3 gramos de grasa por 100 gramos de carne. Su carne aporta potasio, fósforo y hierro; y de manera moderada, también sodio y magnesio, comparado con el resto de pescados frescos. Por tanto, tiene la energía suficiente para nutrirse de manera notable.
Entre las vitaminas de la lubina las hay del grupo B (B1, B2, B3), mientras que la vitamina B12 suele ser superior a la de carnes, huevos y quesos.
¿Cómo se cocina?
Hay muchas maneras de cocinar la lubina. Es de resaltar que la más conocida o tradicional es al horno, y suele acompañarse de verduras o patatas. Mientras que también está sabrosa a la parrilla o a la brasa. Otra manera de cocinarla es al vapor y, aunque aquí se estila menos, también se come en papillote.
La lubina a sal es otra forma tradicional de cocinarla. En este caso, no se quitan las escamas porque evitan que no penetre demasiado la sal que cubre todo el pescado, luego se cocina al horno.