Y los que os traigo hoy son mis primeros mantecados caseros.
De canela. No podía ser de otra forma.
Años atrás hubieran sido de chocolate, que siempre fueron los primeros en desaparecer cada navidad, pero a estas alturas de la vida, sin hacerle ascos algunos al cacao, la canela está en mi top para todo.
Cuando era pequeña eran los últimos que elegía.
Después de los de chocolate iban los de limón, y después era el turno de los de almendra, los de anís y hasta los rosquitos de vino pasaban si mal no recuerdo.
Siempre he sido de buen diente, os lo he contado muchísimas veces, pero no recuerdo especial gusto por los mantecados de canela.
Después vino una etapa en lo que lo único que me comía era el turrón de chocolate y alguna cosa que llevase chocolate (preferiblemente un baño o un relleno generoso). Lo demás era antiguo.
La adolescencia (y su tontería) que afortunadamente el paso del tiempo le pone cura.
Suena a tópico, pero sólo el devenir del tiempo otorga un lugar a todo.
Los que me seguís conocéis mi gusto (debilidad) por la canela, que está presente en casi todas las recetas de mi rinconcito virtual así que tenía claro que puestos a empezar por algún sitio debería ser por los mantecados de este sabor.
Mi primer contacto con la manteca de cerdo fueron los nevaditos que compartí el año pasado.
Sabéis que no soy muy amante de grasas y azúcares tanto en la repostería como en la alimentación diaria de mi casa.
No obstante soy un acérrima defensora de que las recetas tradicionales son como son por los ingredientes que llevan, y aunque podemos intentar versiones más saludables, como las de siempre ¡ninguna!
Yo quería ir a lo tradicional, y después ya vendrán otros intentos, y las comparaciones, y elegir con criterio. Pero eso será otras navidades seguramente que tampoco es cuestión de salir rodando de estas.
Así que ahí estaba yo experimentando con la manteca de cerdo y aguantando el olor.
A ver seguramente no huela tanto, pero yo soy muy sensible a estos aromas. Cada vez menos soporto el olor de la carne en general y ya cruda me cuesta mucho, mucho.
Pero os aseguro que el resultado lo merece.
Una cosa que no hice bien fue usar azúcar blanca normal. En otras ocasiones se ha fundido bien pero no la trabajaría lo suficiente con la manteca o no le di tiempo suficiente para deshacerse por completo y para mi gusto se notaba al morder, así que yo os recomiendo poner azúcar glas, pulverizarla si tenéis Thermomix o Monsieur Cuisine o calentar un poco la manteca con el azúcar y trabajarla para que se derrita (yo no quise hacerlo mucho para no intensificar el olor y me equivoqué)
Lo cierto es que preparar mantecados en casa es algo tremendamente sencillo. Con una buena manteca, una buena harina y una buena canela el éxito está asegurado.
La harina que se usa en esta receta es tostada. Se puede tostar en casa, en una sartén o en la bandeja del horno. Con paciencia y tiempo.
Yo preferí comprarla en la panadería de mi barrio, que la tuesta Rafi en su horno para preparar los dulces navideños de su obrador y también la vende para aquellas vecinas que nos animamos a meternos en estos trajines. Así la receta se prepara mucho más rápido.
Además la inversión en tiempo no es muy grande y tampoco necesitan mucho de horneado, cosa que tal y como está el precio de la luz hay que comenzar a mirar con detenimiento a la hora de decidirnos a preparar cualquier receta en casa.
Por supuesto el sabor es increíble. Superando con creces a los mejores mantecados industriales que hayáis probado. Incluso a los que venden en obradores como artesanos, que en muchos casos no tienen una elaboración tan artesanal como quieren hacernos creer.
Podemos presentarlos al desnudo, como yo os traigo estos mantecados de canela, o bien envueltos en papel de seda, la mar de cuquis que se encuentran sin problema online.
Sobra decir que son todo un regalazo si os animáis a prepararlos en cantidad. No creo que haya nadie en el mundo que no se ponga la mar de contento si recibe una lata o una cesta repleta de mantecados caseros.
Yo al menos tengo las puertas de mi casa abiertas por si alguien se encuentra con un exceso de producción repostera navideña.
Además son tantas las recetas con ganas de probar en casa, pero con tanta limitación de tiempo para prepararlas y siendo las Navidades unas fiestas que parece se hacen eternas mientras las esperas pero que acaban pasando a la velocidad de la luz una vez llegan que no da tiempo a todo.
Por no decir que somos poquitos a la mesa y que no podemos por tanto preparar tantas cosas ni tanta cantidad como en otras familias.
Y así como el que no quiere os contaré, en secreto, que si todo va bien en primavera seremos uno más.
¡Ojo! que no estoy embarazada. Con Elena eché el cierre en lo que a descencientes se refiere, pero viene sobri en camino, así que estamos tan contentos, porque ser tía es seguramente más fácil que ser madre ¿verdad?
Secretos a parte, os animo a preparar dulces navideños en casa. Ya sean estos mantecados, los polvorones, o los nevaditos que podéis encontrar en mi blog.
Y si no os gusta la canela la podéis sustituir por cacao o parte de la harina por almendra molida. Siempre os invito a hacer vuestras las recetas adaptándolas a vuestros gustos o a lo que tenéis en casa.
Espero que os animéis a poner un punto casero a vuestra Navidad.
¿Alguien gusta de un mantecado?
Ingredientes:
* 400 gramos de harina tostada
* 200 gramos de manteca de cerdo
* 200 gramos de azúcar glass
* 20 gramos de canela en polvo
Elaboración:
1. Dejamos la manteca a temperatura ambiente hasta que esté blanda o bien la reblandecemos en el microondas.
2. La ponemos en un bol amplio junto con la canela y el azúcar y mezclamos hasta obtener una masa cremosa, tipo pomada.
3. Añadimos una parte de la harina (al menos la mitad o tres cuartas partes) e integramos.
4. Añadimos el resto y amasamos con las manos hasta tener una pasta integrada pero que se desmorona. La sensación es como arena de playa mojada.
5. Hacemos una bola, dejamos en un bol, tapamos y guardamos en el frigorífico al menos un par de horas para que endurezca.
6. Sacamos y colocamos sobre una lámina de silicona y cuando pasen unos minutos dividimos la masa en dos, para que sea más fácil de manejar y estiramos con cuidado con el rodillo.
Si está muy dura podemos trabajar con las manos y con el calor se volverá más manejable.
7. Estiramos dejando un grosor de entre 1 y 1,5 centímetros y con ayuda de un cortapastas redondo o un vaso pequeño vamos cortando porciones que colocamos en la bandeja de horno cubierta con una lámina de silicona o una hoja de papel de hornear.
8. Volvemos a amasar y estirar los recortes y vamos cortando mantecados hasta terminar con la masa.
9. Introducimos en el horno precalentado a 180º C y horneamos de 35 a 40 minutos.
10. Sacamos la bandeja del horno y dejamos enfriar por completo.
11. Una vez fríos retiramos con cuidado, ayudándonos del papel de hornear, para no romperlos, y guardamos en una lata que tape bien o podemos envolver en papel de seda para mantecados y polvorones.
Nota: Los mantecados al hornearse no se endurecen. Salen del horno completamente blandos y hay que esperar a que se enfríen por completo.
Como veis son fáciles de hacer y siguiendo unos sencillos pasos y consejos van a salir perfectos a la primera.
También os digo que son toda una tentación y que van a durar muy poquito, aunque ya se sabe, lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y nuestro refranero es tremendamente sabio ¿verdad?
Espero que el puente haya ido bien. Yo he parado cinco días. De oficina. El resto de obligaciones familiares, domésticas y ahora ya también con las labores del campo en la aceituna no perdonan, pero se agradece la desconexión de ordenadores, contabilidades, correos electrónicos y llamadas telefónicas.
Gracias una semana más por acudir a nuestra cita aunque sigo bastante limitada de tiempo para visitas y comentarios a vuestras cocinas y blogs.
Nos leemos el próximo jueves ¡sed felices! y aprovechad para disfrutar del espíritu navideño
Manos a la masa y ¡bon appétit!