Tal es el caso de las empanadillas, un delicioso bocado que, debido en este casa a lo trabajoso de su masa, suelen consumirse en formato congelado.
Esta idea, con poco fundamento, dista bastante de la realidad, pues la masa de empanadillas casera es sumamente fácil y rápida de preparar, como vamos a comprobar.
Las empanadas son antiquísimas, encontrando los primeros indicios de su consumo en el año 1600 a. C, en la antigua Grecia.
Pese a todo, los artífices de su popularización fueron los árabes, quienes dejaron una impronta inconmensurable en la península en cuanto a masas hojaldradas, alfajores, almíbares y empanadillas se refiere. En un principio estas masas eran concebidas como un medio, y no como un fin, pues se originaron como un método para guardar y transportar la carne.
Como el paso de los años, esta tradición pastoril, logró asentarse como arte culinario, convirtiéndose en un plato imprescindible en los hogares españoles.
A partir de la Edad Media, su consumo estaba ampliamente asentado en la península, encontrando ciertas divergencias en su forma de elaboración dependiendo del ámbito geográfico donde se encontrasen. Así, la carne, aunque principal e indiscutible protagonista, fue dejando paso al atún y las verduras.
Si tuviera que decantarme por unas empanadillas, personalmente elegiría las asturianas o cántabras, además de la tradicional empanada gallega sin que esta afirmación deba suponer un agravio para las otras tantas riquísimas empanadillas que salpican nuestro país.
Tal vez hayas oído hablar de las famosas empanadas argentinas, sin embargo, y sin restarle un ápice de mérito al pueblo argentino, estas no eran conocidas en el Viejo Continente hasta la llegada de los navegantes españoles a sus costas.
Cómo hacer una tradicional masa de empanadillas casera de la abuela
Tan variados son los rellenos como las masas, las cuales adoptan diferentes formas.
Hay quien opta por una masa quebrada, una opción interesante, pero quizá demasiado grasa, especialmente si pensamos cocinar las empanadillas fritas.
Recomiendo la masa quebrada en caso de que estas vayan a cocerse en el horno.
En esta ocasión vamos a optar por una típica y tradicional masa napolitana con baja hidratación, la cual además de resultar sencilla y rápida, puede congelarse sin inconveniente y nos permitirá tener una masa de empanadillas de la abuela de rechupete.
Ingredientes:
Agua mineral templada 300 ml.
Levadura seca activa 1 cucharadita
Azúcar blanquilla 1 cucharadita rasa
Harina de tipo 0 350 g.
Harina de tipo 00 150 g.
AOVE 2 cucharadas
Sal 1/4 cucharadita
Elaboración:
Los 0 de las harinas indican su fuerza, considerándose la 0 y 00, de gran fuerza y media fuerza respectivamente, algo íntimamente ligado a su porcentaje de proteína. Son variables a tener en cuenta para qué la malla glutínica puede desarrollarse, no obstante, tampoco es algo que debería obsesionarnos cuando vamos a preparar masa para empanadillas. En cualquier caso, recomiendo mucho leer el artículo sobre las harinas de fuerza que hice y que seguro que os aclarará muchas cosas.
Primeramente, disolveremos la levadura en un bol amplio dentro de 150 ml. de agua templada, que no hirviendo, ya que a 60ºC esta muere irremediablemente. La temperatura perfecta oscila en torno a los 35º, por si tuvierais termómetro de cocina en casa y os apeteciera ser tan precisos como un químico. Seguidamente, añadiremos la cucharadita rasa de azúcar.
Como muchos sabrán, el azúcar se encarga de proporcionar alimento a las levaduras. Tamizaremos la harina con un cedazo o colador en una superficie lisa, formando un volcán con un orificio en el centro. Realizaremos un surco alrededor para dispersar la sal, y a continuación verteremos la levadura preparada anteriormente, el aceite y otros 150 ml de agua templada en el interior.
Mezclaremos enérgicamente los ingredientes con las manos, trabajándolos bien mediante el clásico amasado francés, técnica clásica y sencilla que podéis aprender fácilmente por internet. Tan solo tendrás que dejar caer la masa en la mesa e irla plegando constantemente sobre sí misma, así en repetidas ocasiones, durante unos 10 minutos o hasta que quede perfectamente lisa.
Bolearemos la masa y la dejaremos reposar en un bol previamente untado con aceite. Para evitar que la masa se reseque formando una costra, la cubriremos con un paño de algodón limpio y ligeramente humedecido con agua. Dejaremos leudar unas 2 horas, siempre y cuando tengamos una temperatura cálida en casa, dándole una hora más si el termómetro cayera de los 25 °C.
Transcurrido el tiempo, desgasificaremos con los nudillos aplanándola, dejándola como una especie de torta. Volveremos a cubrir con un paño húmedo y le daremos 1 hora más. Ahora sí, con la ayuda de un rodillo, estiraremos la masa dejando aproximadamente unos 2 mm. de espesor. Estando lista para usar, solo nos queda recortarla en círculos con un cortapastas.
Con estas medidas, saldrán 25 empanadillas más o menos, o lo que es lo mismo, cantidad suficiente para 6 comensales. Como sugería en la introducción, esta masa puede congelarse fácilmente. Cortaríamos cuadrados perfectos de 10 x 10 centímetros de papel sulfurizado, poniendo sobre ellos un círculo de masa, apilando uno sobre otro.
Finalmente, lo envolveríamos con papel film o trasladaríamos a un táper cerrado herméticamente, congelándolo hasta que llegue el momento de su consumo. Esta masa es increíblemente versátil, e incluso podría emplearse como masa para pizza o pan, por lo que te recomiendo hacer una cantidad considerable que te permita disponer de ella al instante.
¡Qué aproveche!
Puedes ver la receta así como otras muchas recetas tradicionales caseras en la web de La Receta de la Abuela.