Si tuviese que elegir el olor que más me gusta, éste sería el del pan recién hecho. No me importaría que mi casa oliese siempre así. Y uno de los mayores placeres, tomar una barra bien calentita, romper la punta y roerla cual ratoncito mientras está bien crujiente. Creo que puedo decir, sin temor a cambiar de opinión mañana, que es una de las cosas que más me gusta del mundo.
El caso es que hay un libro del que ya os he hablado alguna vez, “La cocina de Jamie Oliver”, de cuando era un yogurín aún, en el que hay una receta básica para pan que es una joya. Con muy pequeñas variaciones se puede usar para pan, para pizza, focaccia, colines, etc.
Y esta receta del pan de cerveza es una de las variaciones que aparecen, a la que le he quitado bastante sal de la receta original (no sé si es un error de la traducción, pero si pones la que hay especificada sale la receta muy salada) y le he dado un toque diferente con las semillas de amapola.
Como muchas otras veces, me he ayudado de la panificadora para el amasado. Hacer este paso a mano llevará unos 10 minutos de un amasado enérgico.
Vamos con la receta.
Ingredientes para 1 pan en un molde de 28 cm:
- 250 gr de harina de fuerza
– 250 gr de harina floja
– 310 ml de cerveza rubia
– 1 cucharada de miel
– 2 cucharadas de semillas de amapola
– 2 cucharaditas de sal
– 1 sobre de levadura seca de panadería (7 gr) o 20gr de levadura fresca
Preparación:
1.- Para amasado a mano. Templamos un poco la cerveza (no debe estar caliente), por ejemplo, en un recipiente de cristal en el microondas, y deshacemos en ella la levadura y la miel. Dejamos esta mezcla aparte mientras preparamos las harinas, a las que añadimos la sal, mezclándolas y colocándolas sobre la mesa en forma de volcán.
Vertemos la mitad de la cerveza en medio del volcán e iremos mezclando con los dedos con parte de la harina que la rodea. Iremos añadiendo el resto de la cerveza de manera gradual mientras acabamos de mezclar todos los ingredientes, añadimos las semillas de amapola y empezamos a amasar. Puede haber variaciones en las harinas y en la absorción de los líquidos, por lo que, si amasamos a mano, es mejor ir añadiendo los líquidos a medida que veamos que la masa los absorbe bien.
Amasamos durante unos 10 minutos y pasamos la masa a un recipiente que taparemos con un paño de algodón. La dejaremos levar durante unos 90 minutos o más, dependiendo del frío que haga donde estemos trabajando, hasta que doble el volumen.
Con la panificadora este paso es mucho más fácil. Ponemos primero los elementos líquidos (cerveza y miel) y, a continuación, harina, sal y levadura, y ponemos en marcha el programa de amasado. Dejaremos las semillas para el momento en que la panificadora nos avise de que podemos añadir los extras de la receta.
2.- Preparamos un molde para horno de unos 25-28 cm engrasándolo con un poco de aceite de oliva.
3.- Estiramos la masa en una especie de rulo y la cortamos en 6 partes más o menos iguales.
4.- Tomamos cada una de estas porciones, les damos forma de pelotita y las colocamos en el molde, poniendo una en el centro y el resto alrededor.
5.- Dejamos la masa levar de nuevo, nuevamente unos 60 minutos, hasta que doble el volumen, en un lugar cálido. En este caso, lo más práctico si no hace calor es calentar un poco el horno a 50ºC, colocar el molde dentro y entrecerrar la puerta con la ayuda de un paño de cocina.
6.- Cuando haya doblado el volumen y todas las porciones estén unidas entre ellas, sacamos el molde del horno (si lo teníamos dentro) y precalentamos a 225ºC.
7.- El último paso es hornear durante unos 22-25 minutos, hasta que veamos que tiene un bonito color tostado. Para comprobar si está bien hecho, lo sacamos del molde (sale solo) y le damos unos golpecitos con un dedo en la base. Debe sonar hueco.
8.- Lo dejamos enfriar sobre una rejilla.
Quedará con una corteza crujiente y una miga esponjosa y tierna. Espero que os guste.
¡Que aproveche!