Y si acompañamos las pechugas rellenas con una guarnición que las apoye y realce, tendremos un plato de esos con los que siempre se triunfa.
Ingredientes:
Pechugas de pollo, 1 por comensal.
Tomates secos, 2 por pechuga.
Tomates frescos.
Ajo y perejil.
Aceite de oliva.
Sal y pimienta.
Pan rallado.
Empezaremos pidiéndole a nuestro pollero que nos abra en libro cada pechuga. Ellos lo hacen estupendamente y la tarea en casa se complica bastante.
Las salpimentamos y colocamos sobre papel film.
En una procesadora o batidora de vaso ponemos unos ajos, medio manojito de perejil, una pizca de sal y 100 ml. de de aceite de oliva. Batimos todo y reservamos.
Ponemos en cada pechuga una buena cucharada de la salsa de ajo y perejil y un par de tomates secos. La enrollamos sobre sí misma y la atamos con cuerda para que conserve la forma. La salsa de ajo y perejil hacerla a vuestro gusto, más ajo o más perejil no importa, seguro que queda riquísima.
Cuando tengamos todas las pechugas ataditas las ponemos sobre una fuente para horno y las reservamos.
Añadimos a la salsa de ajo y perejil una cucharada de pan rallado y lo mezclamos bien. Debe quedar bien gruesa.
Cortamos los tomates, que deben ser maduros pero no estar pasados, por la mitad y los colocamos también en la fuente de horno. Los salpimentamos ligeramente y vamos poniendo sobre cada mitad una cucharilla de la salsa con el pan rallado.
Por último ponemos también un poco de la salsa sobre cada pechuga y lo horneamos a 180 º C, primero cubierto con papel de aluminio y luego descubierto para que se dore la salsa, durante unos 20 minutos en total.
Cortamos y retiramos el hilo con el que teníamos atadas las pechugas y servimos el pollo cortado en rodajas gruesas y acompañado por un par de mitades de tomate horneado.