Siempre ha sido uno de los platos que más suelo pedir fuera de casa, pensando que era muy complicada la receta. Sin embargo su dificultad es cero y os lo muestra mi torpe cocina. Así que continuad leyendo para saber cómo se hace este pollo al curry.
Ya os digo que desconozco la razón por la que pensaba que esta receta era muy complicada. Bueno, en realidad, sí que lo sé. Pensaba que la salsa de curry tenía más pasos a seguir y cuando me dio por meterme en el recetario online que es Internet, comprobé que no tenía «ná» del otro mundo.
Así que aprovechando que tenía que prepararme la comida para la semana, ya que como todos los días en el trabajo y estaba un poco harta de todas las variedades de pasta posibles para comer, decidí animarme con esta preparación. Además, también era cierto que tenía el blog muy desangelado, pero es que han sido meses de no parar.
INGREDIENTES:
Una pechuga de pollo.
Un brick de nata (crema de leche).
Curry.
Sal.
Pimienta.
Una cebolla.
Perejil.
Aceite.
1º. Cortamos la pechuga de pollo y la salpimentamos. Mientras, echamos la cebolla ya troceada en abundante aceite en una sartén. No queremos que se tueste, solo que se quede con ese color translúcido, que haga que cruja y esté jugosa por dentro.
2º. En un último golpe de calor vertemos dos cucharadas de curry bien colmadas y removeremos. Luego vertemos el pollo y lo sellamos junto con la mezcla de la cebolla y el curry, queremos que se haga por fuera únicamente. Finalmente, echamos la nata (crema de leche) y removemos, a medida que se vaya mezclando todo comprobaremos como la salsa va cogiendo ese tono amarillento.
3º. Cuando la nata (crema de leche) haya cogido peso y no sea totalmente líquida será el momento de retirar y aderezar con un poco de perejil. De esta forma tendremos listo nuestro pollo al curry.
¿Es o no fácil elaborar esta receta? ¿No me negaréis que no es sencilla? Pues así me quedé yo, flipando, porque siempre pensaba que era para profesionales de la cocina y resulta que solo basta con mezclar un par de ingredientes y listo.
Si es que a veces nos complicamos nosotros mismos la vida, ¡jajaja!