El solomillo de cerdo ofrece muchísimas posibilidades. Se puede combinar con ingredientes dulces, pues su sabor casa mucho con el dulzor de las manzanas, mango y otras frutas.
Esta vez lo he macerado en una mezcla de soja, ajo, vino y azúcar y lo he rebozado en sésamo. Una carne atrevida, pero con un toque oriental muy rico.
Con una ensalada o con unas patatas cocidas y salteadas en mantequilla y hierbas se puede convertir en un plato único muy completo.
Para 6 personas:
2 solomillos de cerdo
1 cucharada sopera colmada de azúcar moreno
4 cucharadas de salsa de soja
2 dientes de ajo
1 copita de vino blanco
70 g de semillas de sésamo
aceite de olivaSe cortan los solomillos en rodajas gruesas y se salpimentan, colocándolos en una fuente.
Se pelan los ajos, se pican y se mezclan con la salsa de soja, el azúcar y el vino blanco. Se remueve bien y se vierte sobre la carne. Se deja macerar unas 4 horas en la nevera.
Se escurre la carne, sin tirar el líquido de maceración, y se reboza en el sésamo. Se dora en una sartén con un poco de aceite de oliva, unos 3-4 minutos por cada lado, cuidando que no se queme en sésamo.
Se toma el líquido reservado y se agrega a la sartén donde hemos frito la carne. Se deja que se hierva un poco y se pone en una salsera.
Se sirve inmediatamente con la salsa y acompañado de ensalada o patatas.