En cuanto he visto las tres opciones lo he tenido claro, me he decantado por celebrar el día de Castilla la Mancha con el hashtag #enunlugardelaMancha, que se celebra el 31 de Mayo. ¿Por qué me he inclinado por esta región? En honor a mi abuela, comunidad que la vio nacer y en la que ha vivido muchas de sus experiencias de vida. Por la parte que me toca, la gastronomía de la zona me trae muchos recuerdos de infancia, pues mi abuela siempre ha cocinado algunas de las especialidades de esta comunidad manchega. Entre todas las delicias culinarias destaca una muy sencilla que siempre me ha encantado y que se la he pedido en innumerable ocasiones que me la hiciera para comer: la sopa de ajo.
La sopa de ajo, o también conocida como sopa castellana, es un plato muy humilde que contiene muy pocos ingredientes y muy asequibles: agua o caldo, pan duro, pimentón, ajo, aceite y huevo. Actualmente existen muchas variantes, hay quien le añade jamón, laurel, chorizo, almejas, bacalao...
Yo he hecho la versión más parecida a la que me preparaba mi abuela, siempre teniendo en cuenta de no usar carne, por lo que el caldo es de verduras. Sin duda es un plato fantástico para tomar en invierno y combatir el frío.
Ingredientes para 2 raciones
250gr. pan (puede ser pan duro)
4 dientes de ajo
1/2 litro de caldo de verduras
2 huevos
aceite de oliva, sal, pimentón dulce
Pelamos y laminamos los ajos.
Cortamos el pan en trocitos.
En una olla con un poco de aceite doramos los ajos y añadimos el pan.
Sazonamos al gusto con sal y pimentón dulce.
Añadimos el caldo de verduras.
Cuando hierva agregamos los huevos batidos. Mezclamos y dejamos un par de minutos para que se cueza el huevo.
Ya tenemos el plato listo para emplatar y disfrutar. Me trae muchos recuerdos de infancia y siempre formará parte de la memoria de mis abuelos, pues siempre ha estado presente en la cocina de mi yaya. Recuerdo cómo disfrutaba tomando este plato cada vez que iba a su casa a comer enfrente de mi abuelo, quien también disfrutaba del plato como el que más. Y es que las abuelas están para hacerles un monumento, por su paciencia y su arte de cuidarnos.
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