El jueves pasado fue el cumpleaños de mi madre y tenía en mente hacer un layer cake (tarta de capas) con una combinación de sabores muy armoniosa. Sin embargo, y como va siendo habitual, no pude hacerlo porque no me encontraba muy bien, así que tuve que cambiar mis planes. Tuve que pensar en algo sencillo y recordé que una de las cosas que más le gusta a mi madre es la tarta de queso. Al fin y al cabo es de gustos sencillos, pero no podía ceñirme simplemente a una tarta de queso básica. Me he dado cuenta a que rara vez no siento la imperiosa necesidad de retarme a mi mismo y esta vez no iba a ser distinto.
Hacía tiempo que había leído que la tarta de queso japonesa tiene una textura muy peculiar que combina de forma excepcional la textura de un tierno bizcocho, la de una tarta de queso y la de un solfee, una combinación sin duda maravillosa. No obstante, un fallo en el montado de las claras o un batido excesivo de la crema de queso para untar y todo se iba al traste. No sin cierto nerviosismo -pues no puedo permitirme hacer varias pruebas- me dispuse a hacerlo. Afortunadamente, el resultado fue satisfactorio y le di mi toque personal espolvoreando cada mini tarta con un poco de ralladura de cítricos, que a mi madre le encanta.
Daría paso ya a la receta, pero antes debo pediros disculpas. Tenía pensado acompañar esta receta de mi primer vídeo tutoría, pero no sería honesto si lo hubiera subido, ya que no se ceñía a los criterios de calidad que busco en cada cosa que hago. Mi casa es muy poco luminosa y la calidad del vídeo se vio mermada. Espero poder solucionarlo pronto y poder traeros los vídeos que tengo en mente.
Pese a todo, espero que os guste esta receta. Si tenéis cualquier duda, no dudéis en comunicármela. Podéis dejarme vuestras dudas tanto en los comentarios como haciéndomelos llegar a través del formulario de contacto que podéis encontrar en la pestaña "Contacto".
INGREDIENTES
6 huevos (yo he utilizado del tamaño "L")
250 g de queso para untar
50 g de mantequilla a temperatura ambiente
100 g leche
60 g de harina
60 g de Maicena
1 cucharada de zumo de limón
Una pizca de sal
140 g de azúcar
1 sobre blanco de gasificante* o una cucharadita de cremor tártaro
Azúcar glas para decorar*El gasificante necesario se encuentra dentro de unos paquetes denominas gaseosillas, que contienen sobres de dos tipos diferentes. Uno blanco, que es el gasificante, y otro de color o con un patrón de puntos que contiene acidulante. Tengo entendido que lo hay de la marca Hacendado, pero yo he utilizado uno de la marca Tigre.
PREPARACIÓN:
Precalentamos el horno a 160º con calor arriba y abajo y metemos un recipiente lleno de agua y con el tamaño suficiente para que quepa el molde de la tarta a media altura.
1. Engrasamos el molde. Yo he utilizado uno de Bundt y otro de cake.
2. Separamos las claras y las yemas de los huevos. Reservamos.
3. En un bol, mezclamos durante 5 minutos a velocidad medio-baja el queso crema, la leche y la mantequilla.
4. Después de 5 minutos, la mezcla tiene que tener una textura muy cremosa, como la de un yogur griego. Añadimos la harina y la maicena tamizadas, además de las yemas de huevo, la pizca de sal y el zumo de limón. Incorporamos a la mezcla de queso, batiendo durante 3 minutos más. Tras los 3 minutos, ya tienen que estar todos los ingredientes integrados y la mezcla no ha de tener ningún grumo.
5. Ahora vamos a montar las claras a punto de nieve. Antes de ponerlas en un bol, tenemos que limpiarlo muy bien. Yo lo limpio con un papel de cocina humedecido con un poco de zumo de limón.
Ponemos las claras junto con el sobre de gasificante y empezamos a batir, hasta que ganen consistencia y las varillas se empiecen a marcar. Entonces, añadimos en tres veces el azúcar. Seguimos batiendo hasta conseguir el punto de nieve. Lo conseguiremos cuando tras pasar unas varillas manuales y levantarlas, se forme un pico flexible que caiga sobre uno de los lados del batidor.
6. Añadimos las claras poco a poco a la mezcla anterior de queso. Las añadimos con ayuda de una espátula, haciendo movimientos envolventes: metemos la espátula hasta el fondo y moviéndola hacia la derecha vamos subiéndola progresivamente hasta arriba; repetimos este movimiento hasta que las claras estén totalmente integradas (es importante hacerlo poco a poco para que las claras no se bajen).
7. Vertemos la mezcla en el molde. Horneamos hasta que la masa esté dorada y firme al tacto. El tiempo de horneado depende de cada horno. En teoría tendría que estar 55 minutos, pero en el mío solo ha estado 35 minutos. Después, apagamos el horno y dejamos la masa dentro 5 minutos más.
8. Sacamos el molde del horno y dejamos enfriar sobre una rejilla unos 10 minutos. Desmoldamos y dejamos enfriar completamente. Una vez frío, espolvoreamos con azúcar glacé.
Fuente: Webos Fritos
Espero que os haya gustado.
Un beso y ¡hasta pronto!
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