¿Resultado? He preparado la afamada Tarta Guinness para celebrar el día del padre.
En esta vida, he tenido mucha suerte. Porque tengo el mejor padre del mundo. Ya sé, ya sé, probablemente, en términos generales, cada cual piensa lo mismo de su padre. Mi padre es un buen padre. Nos ha cuidado siempre, a mi hermana, a mi madre y a mí misma hasta límites insospechados. Un "papá gallina" en toda regla. Que si la niña tose, que si la niña tiene pesadillas de noche, que si la niña está preocupada, que si la niña... La princesa está triste ¿qué tendrá la princesa?
Pero además, si por algo mi padre es maravilloso, es porque desde muy pequeña, ha conseguido que lo admire. Y creedme, yo no soy muy de ser fan de nadie, ni muy de admirar o profesar fervor hacia nadie. Pero mi padre lo ha conseguido. Un luchador, desde niño, ha peleado para ser lo que es, dejándose uñas y dientes en el proceso, sin escatimar ningún esfuerzo. Una persona capaz de dejarse la piel por defender injusticias, aunque ni siquiera le afectasen directamente a él. Responsable, serio en el trabajo, divertido fuera de él.
Mi padre es grande. No podría entender mi vida, ni lo que soy, sin él. Nos ha inculcado valores maravillosos. Honradez. Generosidad. Honestidad. Orgullo por el trabajo bien hecho. Y siempre, siempre ha estado ahí, para ayudar, sin ni siquiera tener que llamarlo.
Mi padre es mi héroe, al que adoro por encima de todas las cosas. Al que tengo devoción absoluta. Por eso, esta tarta Guinness, tan deliciosa es para él. Porque se la merece. La tarta y mi amor incondicional, el mismo que él me da cada día.
La tarta Guinness es un clásico bloguero, que reaparece año tras año por estas fechas. No tiene complicación prepararla y os digo que merece mucho la pena dejar nuestros prejuicios a un lado, porque es muy suave, jugosa y aterciopelada. Digo lo de los prejuicios, porque como su nombre indica, lleva cerveza Guinness entre sus ingredientes. Es la Guinness la que aporta la jugosidad y la que realza de manera sublime el sabor del chocolate.
Además la cobertura de queso que lleva por encima, emulando la espuma de la cerveza, es el complemento perfecto para esta tarta, así que nada de quitarla... Además me pareció a mí una tarta con una estética muy masculina y elegante, ideal para estas celebraciones que incluyan padres, abuelos y/o maridos o novios. ¿No os parece?
Y ahora, en tanto que horneáis esta delicia hipercalórica, corriendito a decirle a vuestros padres que los queréis, que los adoráis hasta el infinito, que son una parte fundamental de vuestra vida, de vuestra existencia y de vuestro ser... porque estoy segura de que, como el mío, son el mejor padre del mundo, vuestro héroe particular.
Tarta Guinness
Ingredientes:
Para el bizcocho:
250 ml de cerveza negra Guinness stout.
250 g de mantequilla, a temperatura ambiente.
250 g de harina.
75 g de cacao en polvo sin azúcar.
2 cucharaditas de levadura química.
400 g de azúcar blanco.
2 huevos.
1 cucharadita de vainilla líquida.
140 ml de nata (crema de leche) líquida para montar (35% materia grasa).
Para la cobertura:
150 g de queso crema.
75 g de azúcar glas.
150 g de nata (crema de leche) líquida para montar (35% materia grasa).
Preparación:
1. Ponemos a calentar en un cazo la cerveza, y en ella disolvemos la mantequilla. Este paso podemos hacerlo en nuestro hornillo normal, o en el microondas. Reservamos.
2. En un bol mezclamos con ayuda de unas varillas la harina, el cacao, el azúcar y la levadura. Reservamos también.
3. Batimos los huevos con la nata (crema de leche). Le añadimos la mezcla de cerveza negra y mantequilla. Mezclamos bien.
4. Integramos poco a poco los ingredientes secos que teníamos reservados. Mezclamos con nuestras varillas, para evitar que se formen grumos. Queda una mezcla relativamente líquida.
5. Precalentamos el horno a 180ºC. Forramos el fondo de un molde desmontable con papel de hornear, y untamos las paredes con mantequilla.
6. Cuando el horno esté caliente, vertemos la masa en el molde y horneamos al menos durante 50 minutos. Es un bizcocho muy húmedo, y los tiempos pueden variar mucho de un horno a otro, y dependiendo del tamaño del molde o de la altura del bizcocho. Así que, al cabo de esos 50 minutos, lo pinchamos con una brocheta y comprobamos si sale limpia; si no es así, le vamos añadiendo minutos, de diez en diez, por ejemplo, hasta que comprobemos que nuestro bizcocho está hecho. Mi horno por ejemplo, tiende a necesitar más tiempo, en este caso mi bizcocho tardó 1 hora y 10 minutos.
7. Desmoldamos en templado y dejamos enfriar el bizcocho sobre una rejilla. Si no lo vamos a decorar hasta el día siguiente, cuando esté frío, lo envolvemos en papel film y lo llevamos a la nevera, para que no se seque.
8. Para preparar la cobertura, montamos la nata (crema de leche) con ayuda de nuestra batidora de varillas. En un bol mezclamos el queso crema con el azúcar glas, y cuando estén bien integrados, le vamos añadiendo la nata montada (crema de leche), poco a poco, y mezclando con delicadeza.
9. Repartimos por encima del bizcocho, de una forma rústica, simulando la espuma de la cerveza. Reservamos en la nevera hasta la hora de servir, para que la cobertura tome firmeza y no se nos desmorone al cortar.