Acababa de cumplir 16 años cuando en aquel año 1971, a principios de Junio, contrariamente a los deseos de mis padres quienes querían que siguiera estudiando, comencé a trabajar en una empresa que sin lugar a dudas fue pionera en toda España de un tipo de negocio que hoy en día es de lo más floreciente y numeroso en nuestro pais: importación de productos orientales.
En aquel entonces comenzamos a ser los distribuidores exclusivos de relojes japoneses.
Y años más tarde quienes introdujeron los primeros video-juegos ¿Recuerdan los entrañables Ataris de principios de los años 80?
¡¡ Ésa era mi empresa !! Una empresa familiar, de grandes comerciantes, oriundos de India, a la que durante 31 años me sentí tan unida, que la consideraba como si fuese mía profesionalmente hablando.
Ya les he hablado en múltiples ocasiones de que trabajé y fui responsable de uno de sus departamentos, para mi el más entrañable: Orient Watch. Los primeros años como administrativa, conforme las manecillas de los relojes iban dando saltos y dejando pasar el tiempo fueron aumentando mis responsabilidades en ella.
Durante los cinco o seis primeros años, recuerdo que la responsable de la recepción de las oficinas era Ana Cisneros y a veces, tenía que salir de su puesto de trabajo hasta el departamento de relojería, donde más de cinco relojeros especializados en maquinaria japonesa reparaban los relojes que llegaban desde toda España; relojes automáticos, sumergibles, anti-choques, de acero…..aún no existían los relojes de cuarzo.
No una, varias veces, al salir a recepción bien para sustituirla o hacer alguna gestión, los clientes me preguntaron: ¿Es Vd. japonesa? Me reía y les decía que no, que era malagueña, pero que igual sin yo saberlo, algunos de mis antepasados lo fueron o igual lo había sido en otras vidas.
Quizás me lo preguntaran por el lugar en sí, Orient, la decoración, el aura de relojes japoneses, los almanaques, los detalles de Japón como las espadas o los detalles de Samurais o probablemente mis ojos almendrados, mis pómulos que sobresalían al sonreir, tal vez mi pelo castaño recogido en una cola o la ropa muy al estilo oriental que me cosía y hacía mi madre, les hiciese pensar que era de lejanas tierras.
Aunque sí, llegué a empaparme a inbuirme, a envolverme de ése halo oriental al que con el paso de los años llegué a apasionarme también a nivel personal.
Año tras año, fui aprendiendo, esforzándome para llegar a ser la Directora Comercial y Jefe de Ventas de aquella gran empresa a la que aún, aunque no lo parezca, añoro y agradezco todo lo que aprendí, lo que viajé, lo que luché y sufrí (todo hay que decirlo) y por la que en gran medida soy como soy, lo que fui siempre, una mujer trabajadora, luchadora que se siente privilegiada por las experiencias que me ha dado la vida.
Por mi trabajo, viajé a Japón por primera vez en el año 1983. Treinta y tres años desde entonces, un viaje que me ayudó aún más a conocer la cultura, los paisajes y la gastronomía del País del Sol Naciente.
De hecho, en Mi Cocina, encontrarán recetas japonesas, sobre todo sushi a la que me considero adicta y entusiasta, aunque he de reconocer que uno de los platos que más me gustan es el Tataki de atún. Es la única carne, aún siendo de pescado, que reconozco que me encanta comer crudo o casi crudo.
Tatatki en japonés viene a significar algo así como apilado o distribuido en piezas y un sinónimo de la misma expresión es tosa-mi. Básicamente se trata de filetear la carne y someterlas en principio a un marinado. Se trata de una forma de preparar el pescado (o la carne) en la cocina japonesa, en lonchas.
La preparación del marinado de un producto preparado como tataki, se hace con vinagre y jengibre molido. Luego, se rocían rápidamente directamente en una llama o puede ser también en una sartén. Método, éste último de cocción influenciado por la cultura europea, concretamente por la técnica de asar a la plancha.
La técnica de cocción del tataki, era rudimentaria: se marinaban las piezas en un vinagre y jengibre, se colocaban en la sartén para la cocción sólo del exterior con un golpe de calor; la apariencia desde el exterior era que la vianda estaba cocida… pero el interior estaba crudo.
Una estilo de cocinar que democratizó las excelencias nutritivas y de sabor del consumo en crudo, que de ésta forma llegó a estamentos sociales de personas humildes, en un Japón de principios del siglo XIX, ya que por pertenecer a un estamento social inferior tenían vetado el comer la carne o es pescado crudo (sashimi): éste era un privilegio culinario reservado a la aristocracia y los nobles.
En Málaga, no hay que ser de las altas esferas sociales para consumir un atún digno de un Samurai, se los puedo garantizar, en todos nuestros mercados podemos encontrar atún rojo de una calidad excepcional. Aunque personalmente, es en el Mercado de Huelin, donde suelo comprar ése atún, en el puesto de Salvador.
Éste atún, es el único que suelo comer crudo en Mi Cocina, de hecho conforme lo voy preparando algún trozo lo consumo sin pasar por la plancha, pero si no están acostumbrado a ello o no les apetece, mejor darle ése golpe de calor necesario en la sartén.
¿Se animan a ello? ¿Lo van a probar? No dejen pasar el tiempo y les aseguro que la cocina Orient-al les cautivará tanto como a mi.
¿Cómo lo hice?
Ingredientes:
3 filetes de atun de unos 2 cms. de grosor, 2 cucharadas soperas de aceite de sésamo, 2 cucharadas soperas de semillas de sésamo (ajonjolí), 2 láminas de alga nori y sal.
Los pasos a seguir:
Trocear el atún en pequeñas porciones el atún en trozos y dejarlos macerar junto con el aceite de sésamo y las semillas, salando al gusto
Cortar el alga en tiras y ésta a su vez según el tamaño de los trozos de atún, teniendo en cuenta que hay que envolverlos, dejando dos lados sin tapar con el alga.
Envolver uno a uno los trozos de atún, recortando la parte del alga que sobresalga y sobre, de forma que el atún quede cubierto por una única capa de alga.
Humedecer el borde del alga con un poco de agua, para sellarlo de forma que no se despegue al pasarlo por la plancha.
Echar un poco de aceite en una sartén, una vez caliente colocar los trozos de atún y dejarlos hacer un minuto por cada lado, dándoles la vuelta de vez en cuando de forma que quede hecho por todos lados, con cuidado de que no se quemen las semillas.
En ése intervalo, agregar más semillas sobre los trozos de pescado si gustan con más aderezo.
El atún debe verse hecho, aunque si gusta que esté poco hecho por el interior, hay que dejarlo menos tiempo en la sartén.
"Itadakimasu" (Buen apetito)