El bagel es un panecillo redondo con un agujero en el centro originario de Polonia. A lo largo de la historia fue exportado de Europa a Estados Unidos y desde entonces son imprescindibles en el día a día de los estadounidenses.
Los podemos encontrar con semillas de amapola, con sésamo, dulces, salados... hay tanta variedad que no sabremos cuál elegir. Los bagels son una delicia que podemos preparar tanto para el desayuno, el aperitivo, la merienda o la cena. Se pueden rellenar de muchas cosas pero hoy los vamos a rellenar de queso de cabra, que tanto a Monsieur Accidents como a mí nos encanta.
En el libro "Nueva York en Navidad", de Lisa Nieschlag y Lars Wentrup de la de la editorial Lunwerg, tienes la receta para elaborar unos deliciosos bagels y algunos rellenos para ellos, como el que vamos a elaborar hoy.
Los ingredientes que vamos a necesitar son:
4 bagels
160 g de queso de cabra
4 cucharaditas de miel
2 puñados de rúcula
mantequilla (opcional)
Nosotros vamos a utilizar unos bagels sabor natural decorados con semillas de amapola.
Preparación:
Cortamos los bagels por la mitad y los ponemos al horno siguiendo las indicaciones del fabricante.
Podemos rellenar los bagels ahora o utilizar un poco de mantequilla y dorarlos, que hará que el interior quede más crujiente. Para ello, untamos las dos mitades de cada bagel con mantequilla. Ponemos una sartén grande al fuego y doramos ligeramente los bagels por la parte en la que hemos untado la mantequilla. Esto les aportará más textura, aroma y sabor.
Ahora nos ponemos con el relleno, para ello, cogemos la mitad inferior de un bagel y untamos el queso de cabra, rociamos con un poco de miel y colocamos la rúcula por encima. Para terminar, Cubrimos con la otra mitad del bagel.
Presentación:
Colocamos en un plato para servir y lo llevamos a la mesa.
Con cada bocado al bagel descubriremos las diferentes texturas, sabores y aromas de este sencillo plato. El tierno crujir del panecillo tostado, el grano de la semilla de amapola, la cremosidad y acidez del queso de cabra, la dulzura de la miel y el crujiente, fresco y un poco picante de la rúcula. ¿Se puede pedir más?
Bon appétit!