La consiguió de su abuela y sigue haciéndola exactamente igual. Nosotros nos hemos permitido cambiarles simplemente el aspecto pues lo cierto es que la masa tiene un magnífico sabor.
Ingredientes:
1 vaso de aceite de oliva.
1 cáscara de naranja.
1 vaso de zumo de naranja.
1 cucharada sopera de matalauva.
3 clavos muy machacados.
1 copita de anís.
1 vaso de vino blanco.
1 kg. de harina aproximadamente.
Empezaremos diciendo que los hemos hecho con la mitad de las cantidades que tiene la receta original y, aún así, la cantidad de borrachuelos obtenida es importante.
Calentamos el aceite con la cáscara de naranja y cuando esté bien caliente, no debe de hervir, apartamos del fuego y añadimos la matalauva. Dejamos templar.
Colamos el aceite, lo ponemos en un bol grande y le añadimos el zumo de naranja, el vino, los clavos bien machacados y el anís.
Integramos bien todos los ingredientes y vamos incorporando la harina poco a poco, amasando con las manos, hasta conseguir una masa bien fina y que no se pegue.
Dejamos reposar la masa alrededor de 1 hora abrigada con un trapo limpio.
Con la ayuda de un rodillo, estiraremos la masa hasta que quede bien fina y cortamos nuestros borrachuelos, redondos o cuadrados, como más nos gusten. Pinzamos bien la masa con los dedos para que no se abra al freírlos, teniendo la precaución de ponerlos en la sartén primero con la junta hacia abajo.
En una sartén honda con bastante aceite se van friendo, el aceite debe estar caliente pero no demasiado, hay que cogerle el puntillo para no quemarlos por fuera dejándolos crudos por dentro.
Los vamos sacando sobre papel de cocina para que absorba el exceso de aceite y luego, cuando entibien, los pasamos por azúcar. Son una fantástica opción para merendar acompañados por un chocolate a la taza o un té.
La abuela Dolores los terminaba con un baño de miel rebajada y unos confites de anís como podéis ver en el blog de su nieta: Como agua para Chocolate-Myriam.